lunes, 14 de noviembre de 2016

SIE7E OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUAL (VI PARTE)



ENSEÑAR AL QUE NO SABE
Freddy J. Berrios G.


@Catolicoslinea

Enseñar es la acción caritativa de madurar la inteligencia personal y colectiva que nos ofrece la libertad de buscar el conocimiento de la verdad; es la oportunidad de dar testimonio como las obras preferidas de nuestro Señor para prepararnos a recibir el Reino Celestial (cf. Mt 13, 44-51). Como obra de misericordia espiritual, enseñar al que no sabe, nos invita a todos a ser instruidos por los signos de identificación y de comunión entre los creyentes dentro del proceso de formación hacia la santificación (cf. Mt 23,1-12; 1Pe 1, 13-16;  Ef 2,10).
Podemos ayudar al niño que no sabe hacer su tarea, al joven que todavía vacila en una relación sentimental, al adulto que duda invertir en tal o cual negocio, al compañero de oficina que no sabe aún cómo realizar su deber, al peregrino que se ha perdido y no encuentra una dirección. Y de manera heroica podríamos lanzarnos a enseñar a leer o escribir a un analfabeto u orientar en la oración a alguien que teme acercarse a Dios. ¡Muchas oportunidades para enseñar algo!

¿Enseñar es un derecho o un deber?
Son ambas; la enseñanza como derecho, exige el bien común enmarcado por las condiciones sociales dentro del respeto y la promoción integral de las potencialidades de la persona hacia el desarrollo humano y la enseñanza como deber nos dispone a sacrificarlo todo por vivir el Evangelio como  contribución  individual para establecer una auténtica cooperación en las relaciones sociales para la unidad y equidad.

¿Dónde se comienza el aprendizaje?
En la familia. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos el amor y la fidelidad del Señor, así como la necesidad de corresponderle (cf. Ex 12, 25-27; 13,8.14-15; Dt 6, 20-25; 13,7-11). Los hijos aprenden las primeras y más decisivas lecciones de la sabiduría práctica a las que van unidas las virtudes (cf. Provb 1, 8-9; 4,1-4; 6,20-21; Sir 3,1-16; 7,27-28) y a la vez los padres aprenden a ser modelos de conducta, de valores y auténticos guías de maduración en la fe como clave esencial para fortalecer los vínculos fraternos. Es la dialéctica de la “enseñanza familiar” la mejor pedagogía que podemos ofrecer a la sociedad para convivir todos unidos como hermanos y congregados como la Iglesia de nuestro Señor.

¿Cuál es la importancia de enseñar al que no sabe?  
Enseñar es una vocación que permite contribuir a la formación religiosa de la juventud; constituye un don del Espíritu Santo en la cual se asume con responsabilidad la misión sagrada de animar al prójimo a conocer a Cristo y que sea el eje de nuestras vidas para alcanzar la salvación  (cf. Rom 12:6, 7; 1 Cor 12:28; Ef 4:11). Evitemos imponer criterios, enseñar de mala gana, confundir al que está aprendiendo y cosas similares porque –según el apóstol Santiago- seremos juzgados con más severidad  (cf. Stgo 3,1-2). Que la meta sea un aprendizaje colectivo teniendo en cuenta las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, el único maestro que traía fascinados con sus enseñanzas a los judíos que le escuchaban, "porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas" (cf. Mt 7,29; Mc 1,22).



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