viernes, 22 de mayo de 2015

ESTACIONES DEL VIA LUCIS

 Señor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba. Amén.

 Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que la primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún momento había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo. Nosotros te queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Señor. Amén.

La primera comunidad orante en Jerusalén estuvo unida a la Santísima Virgen María en el advenimiento del Espíritu Santo;  desde siempre se ha tenido un gran respeto a la Mujer que llevó en su ser a aquel a quien los cielos no pueden contener. Así como fue la intercesora en las Bodas de Caná en lo que se registra como el primer milagro de Jesús,  la Santísima Virgen María es quien media ante Dios para que los apóstoles reciban la Gracia y comience la Misión Evangelizadora como parte del Plan de Salvación. Ora por nosotros, Amén.
 Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡tantas veces estamos desengañados y tristes!ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos. Amén.
 Señor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso cuando no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existió en la historia, sino que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y, después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo. Amén.
 Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu Misericordia en el sacramento de la Penintencia. Amén.
 Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás, queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a Tu Palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera. Amen.
 Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te perdamos de vista y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o absurdas, porque solo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros. Amén.
 Señor Jesús, que sepamos reaccionar ante nuestros pecados que son traiciones a tu amistad y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio. Amén.
 Señor, dejaste en nuestras manos la antorcha de Tu fe. Tú habrías podido reservarte ese oficio, sembrar Tú en exclusiva la Gloria de Tu Nombre, hablar Tú al corazón, poner en cada alma la sagrada semilla de tu amor. ¿Acaso no eres Tú la única Palabra? ¿No es tuya toda Gracia? ¿Para qué necesitas ayudantes, intermediarios, colaboradores que nada aportarán si no es tu barro? ¿Qué ponen nuestras manos que no sea torpeza? Pero Tú, como un Padre que sentara a su niño al volante y dijera: "Ahora conduce tú", has querido dejar en nuestras manos la tarea de hacer lo que sólo tú haces: llevar gozosa y orgullosamente de mano en mano la antorcha que Tú enciendes. Amén.
Señor Jesús, Tu Ascensión a los cielos es la última prueba de que estamos salvados, de que estás en nosotros por siempre y para siempre. Desde aquél día la tierra no es un sepulcro hueco, sino un horno encendido; no una larga nostalgia, sino un amor creciente. Te quedaste en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa, en todo corazón que ama y espera, en estas vidas nuestras que cada día ascienden a tu lado. Amén.
 En la oración, La Virgen María coopera en Pentecostés para la formación de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo y es el modelo de perfección humana en Dios: hija predilecta del Padre Creador, madre privilegiada del Hijo Salvador y “esposa” fiel del Espíritu Santo. Por lo tanto, el Fuego de Dios se propaga en nuestra Madre María para que sea ella  Iglesia que ilumine el mundo, para que a través de ella, arda en los corazones de los fieles la Misericordia Divina que destruye todo mal. Amén.
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, Tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Amén.

LA IMPORTANCIA DEL VIA LUCIS EN PENTECOSTES



VIA LUCIS: DETONANTE DEL FUEGO DE DIOS

Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

Así como el Via Crucis refleja las etapas o momentos que padeció  Jesús, desde que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura, el Via Lucis  (Camino de la Luz) es una devoción cristiana que fomenta la meditación sobre la Resurrección de Jesucristo y algunas de las apariciones de Jesús resucitado y otros episodios registrados en el Nuevo Testamento; completando la catequesis de la Pasión, Muerte y Resurrección para prepararnos y recibir el Fuego de Dios en la celebración de Pentecostés que enciende la vida de la Iglesia para liberarnos de las tinieblas del mal.

¿Qué es el Fuego de Dios?
Filosóficamente se asocia el fuego a la Trinidad debido a sus tres naturalezas en una sustancia: el fuego tiene la particularidad de iluminar, irradiar y calentar, por lo que en el pensamiento cristiano desde el siglo XIII el Fuego de Dios (Ignis Dei) es el conjunto del Padre como Luz Creadora (ignis lux), el Hijo como la Fuerza Redentora que da calor a nuestra fe (ignis carbo) y el Espíritu Santo como la Efusión de la Misericordia Divina que destruye nuestros pecados (ignis flama), en armonía para la salvación de la humanidad. Vivir iluminados por el Evangelio y caminando en la Gracia Divina se debe al Fuego de Dios. (Tradigo Alfredo. Iconos y Santos de Oriente. 2004)

¿Cómo consigo vivir bajo el Fuego de Dios?
Por una parte, con la práctica del Via Lucis. Vía Lucis es un ejercicio de piedad, aprobado y difundido por el Magisterio desde el 2001, es una herramienta apostólica que permite a los fieles meditar sobre las diversas apariciones de Jesús -de la Resurrección a la Ascensión-  en las que muestra Su Gloria a los discípulos que esperaban la venida del Espíritu Santo (Jn 14, 26, 16, 13-15; Lc 24, 49) y por otra parte con la celebración de Pentecostés el cual nos fortalece la fe para consolidar la tradición de la enseñanza de Cristo sobre el Reino de los Cielos. Por lo tanto, en la meditación del Via Lucis y vivencia del Pentecostés, se acepta por convicción la estructura sacramental y jerárquica de la Iglesia que nos permite vivir bajo la energía transformadora de la Santísima Trinidad. (CIC parágrafos 696, 715 y 731)

¿Por qué debemos asistir a la celebración de Pentecostés?
Porque está dentro de los mandamientos de la Iglesia, es un día de precepto donde los católicos nos santificamos por la acción del Espíritu Santo porque desarrolla los frutos del misterio pascual de Cristo, a través de cada talento que nos dio nuestro Padre Creador para Su Gloria. Así que evitemos apagar el fuego del Espíritu. Amén (1Ts 5,19)


viernes, 8 de mayo de 2015

PARA TOMAR CONCIENCIA ECOLOGICA


LITERALMENTE NOS ESTAMOS COMIENDO EL MUNDO


EL PLANETA DENUNCIA LOS PECADOS DE LA HUMANIDAD
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

En el principio, Dios creó el universo y con la Gracia del Espíritu Santo, la humanidad tiene la potestad de descubrir y entender las leyes que rigen los comportamientos  de la naturaleza para ser testigos de la Gloria de Dios.  Es así que en esta “Revelación Divina” está implícito el código moral para amar lo creado, tener conciencia de la UNIDAD en la diversidad, generar líneas de acción conservacionistas y elaborar reglas preservacionistas hacia el mantenimiento, salvaguarda y respeto de los recursos de la tierra para las próximas generaciones. Sin embargo, estas medidas que abarca el campo jurídico  en una sociedad, no bastan por sí solas; se debe madurar un firme sentido de responsabilidad y un cambio radical en la mentalidad, en los hábitos de convivencia de  nuestro planeta. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Parágrafo 468).

Es el sentido de responsabilidad que nos hará entender el impacto ambiental de nuestros pecados; si bien todo pecado es personal, porque es un acto de libertad de un hombre en particular y no propiamente de un grupo o comunidad, es al mismo tiempo social,  ya que por su objeto mismo, el pecado es una agresión directa al prójimo y repercute en la sociedad. Los desastres naturales y fenómenos climáticos que estamos observando, experimentando y padeciendo actualmente es el resultado del silencio indiferente de la humanidad ante la contaminación ambiental por lo que están gritando las piedras (Lc 19,40) para que reflexionemos  y corrijamos nuestras actuaciones de injusticia en las relaciones entre personas, comunidad y nuestro entorno.

¿Dios causa los desastres naturales como juicio contra el pecado?
¡No! Dios permite los desastres naturales para que sea la humanidad que reconozca sus pecados en contra de la naturaleza y desarrollen la esperanza de la salvación; el Señor hace que la tierra nos enseñe las consecuencias de nuestras faltas a su Creación. Es en los desastres naturales donde se da la oportunidad de practicar la misericordia con el prójimo, ejercer la oración, la caridad y solidaridad con las víctimas para darnos cuenta del milagro del amor que da vida a la expresión “donde abunda el pecado sobreabunda la Gracia” (Rm 5, 20).

¿Cuáles son los pecados que provocan los desastres naturales?
El Magisterio sugiere como “Pecados Sociales” una lista de siete sentencias a la humanidad, que ha sido divulgada ampliamente desde el  año 2008: No realizarás manipulaciones genéticas; No llevarás a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones, No contaminarás el ambiente, No provocarás injusticia social, No causarás pobreza, No te enriquecerás hasta límites obscenos a expensas del bien común  y No consumirás drogas. En conjunto con los pecados capitales, son acciones condenadas como ofensas a Dios y que han afectado  los ciclos biológicos normales del planeta. (Osservatore Romano 10/03/2008)

¿Qué podemos hacer para reivindicarnos con el ambiente?
Desde la familia se debe reconstruir modelos de conservación y normas de preservación como sustento de todas las acciones a proponer en materia de educación ambiental, eco-educación y/o formación eco-sistémica  que viabilicen en la comunidad el propósito macro de definir estrategias pedagógicas para desarrollar modos de vida ecológicos de renovación permanente a partir de la interacción con el entorno, con la biota, integrándonos al Plan de Dios.

jueves, 7 de mayo de 2015

RENOVANDO NUESTRA IMAGEN

LLEVANDO EL EVANGELIO A TODAS LAS NACIONES...

PERSIGUEN A LOS HIJOS DE DIOS. III PARTE: LA GLORIA ROJA



PERSIGUEN A LOS HIJOS DE DIOS. III PARTE: LA GLORIA ROJA
Freddy J. Berrios
@Catolicoslinea

No nos dejemos arrebatar la felicidad que por derecho nos corresponde; ante la presión de conquistar nuestras vidas para una gloria humana impuesta a fuego y sangre, se levanta la auténtica Gloria Roja que significa la alegoría de nuestra santidad esperanzada en agradar a Dios y manifestar así su propósito: Su Misericordia a plenitud, es resumir la acción a un término que prefigure la lucha espiritual del hombre, tomando inclusive elementos iconográficos que favorezcan el encuentro de nuestras almas con Dios. La Gloria Roja representa el martirio y la lucha por la fe que nos conduciría a la salvación gracias al valor y la determinación en las acciones para el cumplimiento de nuestra aspiración de estar con Él.
¿Se puede asesinar en nombre de Dios?
No y es una profanación quebrantar el quinto mandamiento de la Ley de Dios (cf. Ex 20, 13; Mt 5: 21-22); la vida humana, a diferencia de otras creaciones de Dios,  mantiene una relación con nuestro Señor quien es el único con potestad para limitar nuestra existencia en el mundo.
Ninguna religión debería tolerar la violencia y el terrorismo, menos aún, predicarlo; en todo caso, las religiones deben estar comprometidas en la eliminación de las causas agresivas y promover la amistad, la convivencia y el respeto entre los pueblos para el bien común. (cf Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia – Parágrafo 515)
¿Qué pedimos los cristianos a los que nos persiguen para destruirnos?
A los violentos que depongan sus armas y sus cuchillos al pie de la Cruz. Aunque sus pecados sean rojos como el carmesí, pueden quedar blancos como la nieve; está en ustedes la decisión de hacer lo correcto y salvarse. Ustedes violentos, mueren por su dios, pero nuestro Dios murió por nosotros y resucitó para recordarnos que asumió en su cuerpo el más grande acto de violencia que ha hecho la humanidad para tener una esperanza, una razón para VIVIR. El Rey de Reyes viene a ser el Cordero Inmolado, sacrificado en el altar donde nosotros debimos haber estado. Jesucristo, Isa Al Masih (el Mesías), camina a través del Medio Oriente y por el mundo entero cuidando a su Pueblo.
¿Qué sucedería si nos silencian nuestra fe?
Si no entienden nuestro mensaje con palabras, entonces se lo mostraremos con nuestras vidas como sacrificio. Ánimo! que el Espíritu Santo es el mediador de este anuncio y testimonio cristiano, convirtiendo los dolores de parto de la creación entera en gemidos inefables de plegaria. (cf. Rom 8: 18-27)