viernes, 4 de noviembre de 2016

SIE7E OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUAL (V PARTE)



CORREGIR AL QUE SE EQUIVOCA
Andri Viloria
@Catolicoslinea

Equivocarse no es que la persona no tenga la razón, sino que sus acciones pueden estar perjudicándolo inclusive a su entorno. Muchas veces nos enojamos o burlamos cuando vemos a algún hermano equivocarse, olvidándonos que no somos perfectos e inevitablemente nos equivocaremos también. A ninguno le agrada estar en ridículo ante los demás, así que, cuando alguien se equivoque corrijámoslo con amor fraternal para que no lo vuelva a hacer.
¿Qué es la corrección fraterna?
Es una característica esencial en cualquier comunidad cristiana; nace de un verdadero interés por la salvación y la santidad del hermano. La corrección fraterna es fruto de querer el bien del otro; las obras de misericordia nos ayudan a mirar más el bien de los demás, nos hacen salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro. Corregir al que se equivoca nos sacude de la indiferencia en la que muchas veces vamos sumergiendo nuestra vida poco a poco; sirve para apartar a una persona del pecado o del peligro de cometerlo o para desarraigar un defecto.
¿Cómo practicar esta obra?
Hay que tener presente que no se debe hacer de cualquier forma; ha de ser concebida siempre con mucha humildad, desde la conciencia de que nadie es perfecto y reconociendo los propios defectos. Ha de realizarse no como un juicio sino como un servicio a la verdad y de amor al hermano. La corrección fraterna ha de ejercerse con firmeza pero sin asperezas, sin humillar al que es amonestado.
Antes de cualquier corrección es conveniente que tengamos discreción sobre la corrección que vamos a hacer, ya que se puede juntar en nosotros otras intenciones que no sean tan santas. Es bueno escoger el momento oportuno.
“La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa, evitando las palabras que puedan herir y asesinar al hermano. La finalidad es de ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa ha ofendido no solamente a uno, sino a todos.”(S.S. Francisco, Ángelus del 7 de septiembre de 2014).
La finalidad de la corrección es que el hermano crezca e intentar que no reduzca la estima que tiene de sí mismo. Ha de ejercerse sobre cosas realmente necesarias e importantes, sabiendo que habrá veces que la mejor manera que tendremos de ejercer la corrección será nuestra oración -y como no-  nuestro ejemplo de vida que interpelará la manera de vivir y de obrar del prójimo.
¿Es necesario corregir al que está equivocado?
Sí. La práctica de la corrección fraterna contribuye a que las personas, y por tanto la sociedad, crezca en el bien y sean más gratas a Dios. A la vez, se evitan críticas y comentarios que causen daños, que quitan la paz en el alma y se habrán vivido otras muchas virtudes (fortaleza, humildad, comprensión) a quien ejercita esta práctica del Evangelio.
La obligación a corregir a nuestros semejantes cuando se equivocan es consecuencia lógica del amor que les debemos. Si tenemos obligación de socorrer a nuestros hermanos en sus necesidades corporales, con mayor razón hemos de ayudarle en esta obra de misericordia espiritual.
Con esta práctica prestamos un gran servicio; ayudar y dejarse ayudar, a reconocer la verdad dentro de uno mismo para cambiar nuestra vida y caminar rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61) como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros.


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