domingo, 22 de marzo de 2015

JUDAS: IMPRESCINDIBLE EN LA SALVACIÓN



JUDAS: IMPRESCINDIBLE EN LA SALVACIÓN
Freddy J. Berrios
-El beso de Judas-
@Catolicoslinea

En el Domingo de Resurrección, celebrado en muchos pueblos del mundo, se realiza la tradicional “quema de Judas”: muñeco relleno de elementos inflamables para  apedrearlo, lincharlo e insultarlo, en la que  se recuerdan a personas corruptas,  antisociales, a traidores que –según la definición de la Real Academia- delatan algo que se quería mantener secreto; también indica que el término traidor es quien parece inofensivo pero produce daño. No obstante esta tradición, la “quema de Judas” simboliza eliminar nuestras debilidades o pecados, y ser purificados por el fuego del amor misericordioso y  reducir el mal a cenizas, celebrando la Reconciliación con Cristo.  Es por esta razón que el misterio de la redención festejaba de buena manera esta “quema” pero,  con el tiempo se degeneró totalmente, llegando a convertir la Semana Santa en la sociedad, en una profanada semana zángana, una justificación del ocio y banalismos mundanos.

¿Quién fue Judas Iscariote?
Judas –del arameo Jehuda, patrocinador de Dios- e Iscariote –epíteto que puede significar “el hombre de Queriyot” pueblo de Judea (cf. Jos 15:25) o pueblo de Moab (cf. Jer 48:41) aunque también puede provenir  del término sicario, variante radical de los zelotes; fue uno de los primeros 12 apóstoles de Jesús, quien  poseído por el mal entregó al Maestro a sus enemigos por 30 monedas de plata, convirtiéndose  en el hombre más odiado en la historia; al darse cuenta de la magnitud de su fechoría es presa de remordimientos y, profundamente abatido  por la caída de su amigo Jesús, habiendo perdido la esperanza, se ahorca. (cf. Mt 26: 14-16. 21-25. 46-50; 27:3-5; Mc 14:10-11. 18-21. 42-45; Lc 6:16; 22: 3-6. 47-48; Jn 6:70-71; 12: 4-6; 13: 2. 21-30; 18: 1-6). Algunos teólogos  han sugerido que cuando Judas se colgó, la cuerda se rompió, su cuerpo cayó  reventándose al golpear el suelo (cf. Hch 1: 16-18)
¿La Iglesia condena la “traición” de Judas?
La Iglesia no lo condena. Judas tuvo un cargo de confianza entre los discípulos de Jesús siendo tesorero;  administraba las ofrendas y donaciones para la “causa” de su Maestro, provenientes de personas adineradas (cf. Mc 10:17-22), oficiales del ejército romano (cf. Mt 8:5-6; Lc 7: 6-9), gobernantes (cf. Mt 9:19-25), consejeros (cf. Mc 15:43) y del pueblo convertido (cf. Jn 12: 4-6); por lo que la Iglesia no considera que Judas haya traicionado de manera predeterminada y consciente a su “amigo” sino bajo posesión maligna para que se cumpliera la misión redentora de Cristo. El Magisterio expone la acción de Judas como parte del plan de salvación de Dios a la humanidad. (cf. Mt 7:1-5)
¿Jesús organizó su propia ejecución?
No, Jesús no organizó su ejecución; pero conocía del plan de Salvación de Dios Padre. La traición de Judas demuestra la vulnerabilidad del ser humano ante las asechanzas del demonio. Judas no fue el único que traicionó a Jesús, TODOS sus discípulos lo hicieron cuando llegaron a aprehenderlo en el Monte de los Olivos. La diferencia radica en que existen dos tipos de aflicciones, una, del que ha perdido la esperanza, que no confía en el amor y la verdad, por ello abate y destruye al hombre por dentro (caso de Judas); otra aflicción es la provocada por la conmoción ante la verdad  y que lleva al hombre a la conversión, a oponerse al mal;  ésta última hace que la tristeza se regenere y enseña a la humanidad a amar de nuevo, a esperar en Cristo (caso de Pedro, Juan, María Magdalena, María esposa de Cleofás y la Santísima Virgen María). Debemos reconocer nuestras debilidades y faltas hacia Jesús con un corazón contrito,  dispuesto a fortalecerse en el perdón y la reconciliación para Gloria de Dios. (cf. Benedicto VI. Jesús de Nazaret,2007)

lunes, 16 de marzo de 2015

REFLEXIONES EN CUARESMA



MEMENTO MORI: LA CRUZ DE LA HUMANIDAD
Freddy J. Berrios
@Catolicoslinea

Recordar la mortalidad como ser humano, nuestras limitaciones en el mundo a la fugacidad de la vida, es lo que mueve el deseo de poder, control y  dominio hacia otras personas para así dejar un legado en el mundo: la maldad que es absorbida y se asienta en el alma del hombre para corromper su esencia hasta destruir la obra de nuestro Padre Creador; es así que la vanidad se convierte en el propósito del adversario (cf. Ecl. 1:2; 12:8) para desilusionar al mundo de las promesas de la vida eterna por una temporal, decadente y superficial vida terrena de la que hay que disfrutar, darle placer y evitar sufrir a toda costa; es la enorme mentira sustentada sobre otra mentira de negar la existencia espiritual promoviendo antivalores, libertinaje y  violencia. 
Los cristianos que caminamos en la Santidad, nos corresponde salvar a nuestro prójimo, hay que vivir el Evangelio para preparar a la sociedad de la misericordia que nos ayudará a conseguir la justicia, la paz y la unidad de los pueblos hacia la auténtica evolución del hombre: respeto a la dimensión personalista del desarrollo, la tutela del derecho a la vida, la promoción de la familia, la valoración de la diversidad de culturas con miras a un enriquecimiento recíproco y la protección del equilibrio ecológico. (cf. San Juan P. II en homilía en Czestochowa – Polonia, 15/08/1991) 

¿Qué es la Misericordia?
Del latín misere –necesidad- y cordis –corazón- es el amor a plenitud para dar de lo que se tiene al prójimo; es el misterio de unir nuestra conciencia a Dios, que nos da la esperanza y el propósito para vivir. (cf. 1 Jn 3: 19-20)

¿Cómo puedo ejercer la Misericordia?
Ante la percepción de la “fragilidad” de la vida, Cristo nos enseña a fortalecernos en Espíritu de Humildad, para entender que con el paso del tiempo la vida de cada individuo no se “agota” sino se enriquece si se cultiva la caridad. (cf. CIC 1829)
También debemos buscar gloriarnos en Cristo cargando nuestra propia cruz y buscando ayudar a nuestros coetáneos a soportar el peso de sus cruces; parece una empresa imposible pero no lo es si tenemos nuestra fe depositada en Aquél que me fortalece (cf. Fil 4:13). El perdón y la reconciliación son las herramientas indispensables en el inicio de este plan de salvación.

¿Hay vida después de la muerte?
Sí y hay vida en abundancia para el que cree en la promesa de Cristo (cf. Jn:10-10). Basta un instante para que la muerte domine sobre todo lo terrestre y corrompa nuestros cuerpos en el sepulcro. Solamente estaremos salvados asumiendo con convicción que la muerte, al igual que el pecado, está encadenada a la cruz en la que se sacrificó Jesús por amor, convirtiéndose en señal de victoria gracias a la obra redentora.