sábado, 15 de enero de 2022

DISERTACIÓN ENTRE REZAR Y ORAR (2DA PARTE)

 ¿QUÉ ES LA ORACION? 

 
Ayenmarienmy Delgado       
Sub-coordinadora de la pastoral parroquial de San Benito de Palermo. Maracaibo - Edo. Zulia. Venezuela. 

 

Los católicos confundimos el rezar con la oración, y es que ambas son importantes en la alimentación del espíritu, pero rezamos para conseguir el logro de un sueño, un anhelo, la solución a algún problema, el regocijo de un corazón herido por la pérdida o simplemente cuando sentimos que algo nos falta, de eso material que estamos acostumbrados a ver, palpar...a sentir. 

Sin embargo, hay una diferencia entre rezar y orar. Si bien es cierto que, rezar nos acerca a Dios, orar nos hace vivir en El. 


Cuando oramos, cerramos los sentidos al mal y a todo aquello que pertenece al mundo que vive con nosotros, pero no en nosotros. 


Cuando oramos, abrimos los brazos a la misericordia infinita del Creador y nos hacemos parte de un plan salvífico de nuestro Señor, un plan cuyo propósito es salvarnos en comunidad; es el hecho de entender que no estamos aislados como islas, sino que somos un conjunto de almas hermosas tratando de vivir a la manera de Cristo cumpliendo sus mandatos. 

 

¿Sabemos orar?  


En lo personal, orar ha sido la bocanada de aire fresco que necesitaba mi alma, es mi escape, es la sonrisa recurrente cuando me acuerdo de esa conversación con Dios que me hace sentir cercana a su corazón. 

Cuando oramos, la vida cambia porque la vemos y sentimos de forma diferente desde el optimismo y la esperanza, que a veces se trastoca cuando el día a día aprieta, pero entendemos que ese sentimiento de angustia se hace pasajero porque pertenece al mundo. 


Cuando oramos, somos doblemente ciudadanos, porque no dejamos de ser del mundo, pero ahora también lo somos del cielo. En cada conversación con Dios se estrecha nuestra relación con El, la misma que se traduce en un intercambio maravilloso de amor que va desde un simple TE AMO SEÑOR JESUS, hasta algo más tangible como una obra de misericordia para nuestros hermanos, cumpliendo lo que tanto nos pide el Señor: “Ámense unos a otros como yo los he amado”. Esto es un reto de alto calibre, que requiere un corazón dispuesto, cristiano, servicial, humilde, en fin, un corazón transformado por el amor de el único que sana y salva. 


Para orar solo se necesita abrir el corazón y los sentidos para escuchar la voz de Jesús, grabar en nuestra piel y sangre que Dios te escucha siempre, que su Misericordia es mucho mayor que cualquier problema que tengas, que es nuestro mejor amigo, padre y confidente. 


Se ora en cualquier momento

Dios también habla en el Silencio, en los pájaros, en el viento que golpea tu rostro, en la carcajada de un bebe, en el abrazo de un hermano, en el beso de tu pareja. 


Se debe orar con una conciencia libre y un corazón recto. El Dios que en otro tiempo hizo retroceder la sombra 10 grados como respuesta a la oración del rey Ezequías (cf. 2 Reyes 20:5-11), tiene todos los recursos a Su disposición ¡Y se complace respondiendo a la fe! 


Hoy deseo que tu corazón sea transformado por Dios por medio de la oración, que puedas contemplar su rostro en su creación entendiendo que tú eres parte de ella, que el Espíritu Santo permita la concentración necesaria para que experimentes el mayor regalo del Altísimo: Su Amor, a través de la practica más hermosa y la herramienta más poderosa que tenemos, LA ORACIÓN, cuyo beneficio mayor es la Paz. 

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