miércoles, 20 de abril de 2016

5) VISITAR AL PRESO

PREPARACIÓN PARA LA GRACIA.  VISITAR AL PRESO (V PARTE)
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea




El año jubilar de la Misericordia decretado por el Papa Francisco es una oportunidad de reconciliación con el amor divino; es una invitación a participar en el banquete de nuestro Señor que se extiende a toda la humanidad. La obra de visitar a los privados de libertad es una acción propicia para divulgar y aplicar indulgencias a las personas que dirijan sus pensamientos, oraciones y actitudes al Padre creador como proceso de reconducción de la dignidad del individuo en la sociedad. (Carta SS Francisco con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia 01 de septiembre de 2015)
La sentencia cumplida –pena- es un instrumento de conversión del culpable, es la expiación moral de sus acciones ante la justicia humana que busca restaurar las relaciones de convivencia armoniosa (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Parág. 403) pero en ocasiones las instituciones carcelarias sirven de escenario a nuevos crímenes y por ello está el deber de preocuparse por el prójimo que experimenta la limitación de su libertad.

¿Qué significa estar preso?

Significa ser esclavo de sí mismo; es estar encadenado a sus bajas pasiones, a la ignorancia, el orgullo y apegado a la vanidad del mundo. En el pecado se vive preso de los vicios y del desenfreno, es la dependencia justificada de la carne que manipula la mente y empobrece el alma. El pecador se encuentra dentro de una jaula de oro con la puerta abierta donde el adversario no quiere que esa alma se de cuenta para que, al llegar la muerte, la referida puerta se cierre de manera irreversible.

¿Existe oportunidad para que el preso se salve?

Sí. En cuestión de fe, la persona que abandona el camino de santidad al que estamos llamados no implica estar extraviada de manera definitiva; se asemeja al caso de la persona que infrinja las leyes establecidas en la sociedad que puede reparar sus faltas en un debido proceso judicial.  La salvación radica en una auténtica libertad  que se vive por dentro y por fuera, desde nuestra conciencia hasta nuestros diversos escenarios de participación con la comunidad que refleje la buena intención de haber buscado el perdón y sentirnos perdonados.

¿Cuáles son las virtudes que debemos forjar para ser libres?  

Cristo nos enseña el amor a la verdad para ser libres (Jn 8,32); quiere decir que no debemos aferrarnos por el amor propio sino sacrificarnos para el bien del prójimo, de manera humilde sin ser más de lo que somos ni entenderse como acto de heroísmo ya que el auténtico amor nos libera de nosotros mismos. También están la virtud de la austeridad y la templanza de conseguir sólo lo necesario para ser felices sin caer en excesos y por último la voluntad del servicio generoso que el enviado del Padre nos enseñó para vivir a plenitud.  
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

El año jubilar de la Misericordia decretado por el Papa Francisco es una oportunidad de reconciliación con el amor divino; es una invitación a participar en el banquete de nuestro Señor que se extiende a toda la humanidad. La obra de visitar a los privados de libertad es una acción propicia para divulgar y aplicar indulgencias a las personas que dirijan sus pensamientos, oraciones y actitudes al Padre creador como proceso de reconducción de la dignidad del individuo en la sociedad. (Carta SS Francisco con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia 01 de septiembre de 2015)
La sentencia cumplida –pena- es un instrumento de conversión del culpable, es la expiación moral de sus acciones ante la justicia humana que busca restaurar las relaciones de convivencia armoniosa (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Parág. 403) pero en ocasiones las instituciones carcelarias sirven de escenario a nuevos crímenes y por ello está el deber de preocuparse por el prójimo que experimenta la limitación de su libertad.

¿Qué significa estar preso?

Significa ser esclavo de sí mismo; es estar encadenado a sus bajas pasiones, a la ignorancia, el orgullo y apegado a la vanidad del mundo. En el pecado se vive preso de los vicios y del desenfreno, es la dependencia justificada de la carne que manipula la mente y empobrece el alma. El pecador se encuentra dentro de una jaula de oro con la puerta abierta donde el adversario no quiere que esa alma se de cuenta para que, al llegar la muerte, la referida puerta se cierre de manera irreversible.

¿Existe oportunidad para que el preso se salve?

Sí. En cuestión de fe, la persona que abandona el camino de santidad al que estamos llamados no implica estar extraviada de manera definitiva; se asemeja al caso de la persona que infrinja las leyes establecidas en la sociedad que puede reparar sus faltas en un debido proceso judicial.  La salvación radica en una auténtica libertad  que se vive por dentro y por fuera, desde nuestra conciencia hasta nuestros diversos escenarios de participación con la comunidad que refleje la buena intención de haber buscado el perdón y sentirnos perdonados.

¿Cuáles son las virtudes que debemos forjar para ser libres?  


Cristo nos enseña el amor a la verdad para ser libres (Jn 8,32); quiere decir que no debemos aferrarnos por el amor propio sino sacrificarnos para el bien del prójimo, de manera humilde sin ser más de lo que somos ni entenderse como acto de heroísmo ya que el auténtico amor nos libera de nosotros mismos. También están la virtud de la austeridad y la templanza de conseguir sólo lo necesario para ser felices sin caer en excesos y por último la voluntad del servicio generoso que el enviado del Padre nos enseñó para vivir a plenitud.  

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