SER CRISTO PARA EL PRÓJIMO
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

¿Cómo puedo ser Cristo para
el prójimo?
El amor auténtico se cultiva con sacrificio; para la antropología
moderna, la definición de sacrificio es oscura, patética y sintomática, cuando
su significado es dar la vida por otro; ésta es la esencia de la amistad: es un
salir de sí para cuidar al otro, para hacerlo crecer. Donde no hay sacrificio
ni siquiera puede haber solidez en la convivencia de la comunidad, ni
inteligencia para construir un desarrollo eficaz y lo más justo posible. Se
puede por voluntad propia cambiar nuestra manera de vivir y de percibir nuestra
realidad, nuestro entorno; pero si no buscamos vivir en la gracia de Dios
mediante la oración y respondiendo con buenas obras, no seremos partícipes de
la transfiguración que nos espera en la promesa de Jesucristo.
¿Cómo ayuda el misterio de
la transfiguración a difundir el Evangelio?
Es el detonante que mueve al creyente y le da sentido a vivir la
Palabra de Dios. Es la perseverancia de la acción apostólica a fuerza de una
serie continua de sacrificios y actos dignos de todo un héroe con la voluntad
indómita de vencer a toda costa (cf. 2 Ts 2, 15-17; Flp 1, 12-20). La
“transfiguración” es únicamente efectuada bajo la acción del Espíritu Santo
para que los cristianos participemos del sacramento de la segunda regeneración
que es nuestra propia resurrección en Cristo y en este proceso de salvación es
necesario que pasemos por diversas vicisitudes para entrar en el Reino de los
Cielos (cf. Hch 14, 22).
¿Es la transustanciación y
la transfiguración el motivo principal para ir a misa?
Sí. El pueblo de Dios, como iglesia y el mundo, tienen una gran
necesidad de culto eucarístico; Jesucristo nos espera en este sacramento del
amor. Es por eso que no debemos escatimar tiempo para ir a encontrarlo en la
adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas y
delitos de la humanidad en el mundo. Imitemos a la Santísima Virgen María y así
ver en nuestro coetáneo, prójimo o hermano a Cristo a través de los ojos de
aquella que entregó su voluntad para que se cumpliera los designios de Dios.
Amén.
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