lunes, 17 de agosto de 2015

EL PATRIMONIO DEL MATRIMONIO (I PARTE)



EL PATRIMONIO DEL MATRIMONIO (I PARTE)
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

Agosto es un mes especial en el que se recuerda y se exalta la vida consagrada; es parte de nuestra IDENTIDAD CATÓLICA, determinante para que el pueblo de Dios alcance su soberanía evangelizadora, en el pleno ejercicio de dar testimonio para Gloria de Dios. La Fe del cristiano católico debe ser producto del legado de sus antepasados y de la convicción de su vivencia, experiencias y compartir en la sociedad con el prójimo.
El conjunto de bienes físicos, valores morales y ejercicios espirituales (como la importancia de ir a misa) son las tradiciones que un individuo hereda de sus predecesores y constituye, por tanto, su Patrimonio religioso que promociona la búsqueda de nuestro camino hacia la santidad y afianza nuestro acervo espiritual.
Desde la Iglesia doméstica como célula del cuerpo místico de Cristo, la consolidación de la familia en la sociedad empieza en el sacramento del Matrimonio, en el que el hombre y la mujer se convierten en una sola carne y se adhieren al auténtico amor de Dios; de allí el misterio inefable de la Santísima Trinidad, reflejada en una alianza que es mucho más que una  “institución social” como la definen las leyes humanas.

¿Cuál es la función del Matrimonio en la Evangelización?

El Matrimonio consagra a los esposos como misioneros de Amor y Vida. Significa ser “unitivo” en la formación de la familia;  aprender a vivir en la plenitud del Evangelio conscientes de nuestra capacidad creadora y valorando la fertilidad conyugal para que se cumpla la voluntad de Dios de manera permanente, por lo tanto, el Magisterio recuerda a los cónyuges que el Matrimonio es indisoluble. 

¿Por qué el Matrimonio es indisoluble?

Es la voluntad de Jesús que los esposos permanezcan unidos; (1Cor 7, 10-11 y Ef. 5, 23-33) el sentido de unidad del matrimonio se basa en el hecho de que nadie quiere que su unión fracase o se rompa. Por eso Cristo, les dio a los esposos la oportunidad de amarse con entrega y sacrificio, es decir, de hacer de su vínculo una alianza irrompible con el compromiso de amar como Dios ama y con la certeza de contar con el  apoyo de la Gracia Divina que sostiene siempre a quienes desean vivir de su amor. En síntesis, el Sacramento del matrimonio establece una unión garantizada por Dios mismo de cuya santidad y fuerza no la debe romper ningún ser humano. (Mt  19:3-6)
En consecuencia, con la Palabra de Dios, la Iglesia no reconoce el divorcio civil, pues el Estado no puede disolver lo que es indisoluble e invita a analizar todo el dolor y daño que las rupturas matrimoniales causan a los individuos y sus hijos. (CIC parág. 2382-2386).
La única forma de que un vínculo matrimonial se disuelva por la Iglesia es que se pruebe, mediante un proceso de anulación ante un Tribunal Eclesiástico, que dicho vínculo fue nulo; demostrando por diferentes razones que no fue nunca un verdadero y auténtico matrimonio. (Código de Derecho Canónico. No. 1155)

¿Qué diferencia existe entre divorcio civil y separación de cuerpos en la Iglesia?
La Iglesia consiente para situaciones extremas la separación de cuerpos, cuando se demuestre que la convivencia es imposible y lleva consigo un daño serio para alguno de los cónyuges o los hijos. Pero esta separación no es divorcio, pues el vínculo establecido por el sacramento sigue existiendo y los cónyuges no pueden volverse a casar a excepción de lo que dictamine el Tribunal Eclesiástico.


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