
1) LA ORACIÓN COMO OBRA DE
MISERICORDIA
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea
Las obras de misericordia son acciones caritativas
ejecutadas por la Gracia del Espíritu Santo en la que socorremos al coetáneo en
sus necesidades corporales y espirituales. En artículos anteriores se
detallaron las obras de misericordia corporal, por lo que en este capítulo
comenzaremos a compartir nuestras experiencias, testimonios y conocimientos de
las obras de misericordia espiritual para Gloria de Dios.
Etimológicamente orar viene del latín oris –boca-
porque de los labios brotan las oraciones; rezar significa repetir una oración
o frase; rogar proviene del latín rogare –pedir- y suplicar significa someterse; por lo tanto,
la acción de comunicarnos repetidamente con nuestro Padre creador para pedirle
cosas según sea su divina voluntad, es la clave para disfrutar la vida en
abundancia.
¿Para qué
sirve orar?
Para algunos escépticos orar es un tipo de
“medicina alternativa” que sirve de terapia. Para los cristianos, la oración es
la relación de Alianza entre Dios y la humanidad en Cristo; significa la acción
vivificante inspirada por el Espíritu Santo que surge en nosotros la comunicación
hacia el Padre creador en estrecha unión fraternal. (cf. CIC parág. 2564)
Orar es el privilegio de estar íntimamente unido a
la Gracia del Reino de la Santísima Trinidad y mantenerse en la presencia
divina para reflejar su Gloria en nuestras actuaciones cotidianas.
¿Nuestras
oraciones son escuchadas?

Para muchas personas orar es una pérdida de tiempo
o sienten un silencio por parte de Dios. Cualquiera que sea el lenguaje de la
oración (gestos y palabras) el que ora debe estar concentrado, su corazón y su
psique se deben fusionar para convertirse en el centro escondido, sin acceso,
excepto por el Espíritu de Dios, donde controle nuestras decisiones y
tendencias psíquicas; así que la persona que ora con el corazón y/o la mente
alejado de Dios lo hace en vano.
¿Por qué
orar por los vivos y los difuntos?

Dios TRIUNO nos invita a hablar con Él para que
seamos sus amigos; cuanto más le oremos, más estrecha será nuestra amistad como
respuesta a la queja del Dios vivo a la sed del Hijo único (cf.Jer: 29,12;
Salm: 145,18; Mat: 7, 9-11; Jn: 19,28; 1Pe: 5,7; Filp: 4,6)
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