martes, 8 de septiembre de 2015

VIRGO MARIAE




VIRGO MARIAE, EL MEDIO PARA LLEGAR A JESÚS

Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

Septiembre, mes de cosecha y vendimia en diferentes pueblos, ha sido relacionado en las tradiciones católicas para honrar a la Santísima Virgen María a semejanza del folklore de los campos de imbuir la semilla espiritual en nuestra tierra para dar luz a nuevas formas de vida y de conocimiento.  Con el nacimiento de la Santísima Virgen María empieza a cumplirse la historia de la salvación; desde el significado de su nombre -que  en el idioma egipcio significa "La hija preferida de Yahvé " (Éxodo 15, 20) - hasta su vida, ha sido la referencia de la obediencia de la fe, por lo que recibe de la Iglesia el título de Nueva Eva, a partir del cual  se respeta y admira su realización pura en el amor de Dios como máxima trascendental, no de una religión,  sino de toda la creación y de todos los formados en Dios;  todo su ser simboliza  un perfecto estado de creatura y criatura que debe ser nuestro molde para ser cristianos: sólo en Ella se formó al  natural el hombre-Dios sin perder su divinidad y sólo por Ella puede transformarse la humanidad para darle Gloria a Dios como luz  que ilumina el océano de los corazones que buscan la auténtica Paz.
¿Cuál es la misión que Dios le dio a la Virgen María?
Hacer que la humanidad conozca y ame a su Hijo. Sus cualidades nos enseñan lo hermoso de las capacidades humanas,  recuerda nuestras limitaciones, que en un sentido poético y comparándolas con la luz de luna llena, no pueden  superar las tinieblas sino con la Gracia del Espíritu Santo, lo que nos convierte en estrellas que anuncian la luz de un nuevo día en Cristo, que se transfigura en la belleza de ser cada uno Evangelio Vivo, recuperando nuestra identidad como hijos de Dios y coherederos del Reino Celestial.
¿Para ser cristianos debemos imitar a la Virgen María?
Sí; la humanidad debe imitar en un estado de conciencia y consecuencia la vida de María, para dar sentido a la frase de la Beata Madre Teresa de Calcuta “sin María no hay Jesús”, quien ha sido preconcebida por Dios para ser dechado de virtudes, ser el horno donde se cuece el pan Divino y ser en carne viva el Santuario de Jesús. Imitar en conducta a María es dejar que la espada del mundo nos atraviese el corazón y sufrir con valentía, en silencio y por amor, las acciones del género humano que tiende a la concupiscencia para con ello defender nuestra fe (Lc 2, 35).  
¿Dios necesitó de la ayuda de la Virgen María para nuestra salvación?
Sí, aunque Dios en su omnipotencia pudo haber prescindido de María, pero el plan de incluir a este  ser humano “único” es la clave que nos comunica directamente con la Misericordia en la cruz de la redención. María se ha mantenido al lado de Jesús, como madre ha llevado en su interior al mesías –formándose y consolidándose- para nutrirlo, instruirlo y educarlo; este es el papel del laico en la Iglesia, nuestro oficio materno para con Cristo y así estar unido a Él, en Santidad.  En la celebración litúrgica es donde se nos presenta la oportunidad de aceptar el llamado a la Santidad que nos hace Dios, en la Eucaristía recibimos a Jesús en nuestras vidas y al salir de la misa es nuestra decisión de permanecer en estado de Gracia vivificante para dar testimonio de Jesús al mundo y reflejar de esta manera nuestra identidad cristiana, a través de la devoción Mariana.

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