sábado, 17 de enero de 2015

El "tiempo" de conversión



El “tiempo” de Conversión
Ing. Freddy Berrios
@Catolicoslinea

El científico Albert Einstein postuló en su Teoría de la Relatividad General que el tiempo es diferente para cada individuo. El tiempo, esta dimensión que rige el Universo y que la humanidad solo puede establecer ciertos parámetros limitados para mediciones y determinación de ciclos biológicos, es la herramienta divina empleada para nuestra Salvación.

¿El tiempo es diferente para cada individuo?

Sí. La ciencia define el tiempo como inmutable, igual que un río; si lanzas una piedra en él, creas ondas pero la corriente siempre se autocorrige, no importa lo que hagas, el río fluye en la misma dirección. Aplicando esta lógica humana con la sabiduría de Dios, se afirma que incontables decisiones definen nuestro destino. Siguiendo el ejemplo del río, cada decisión, cada momento, es una onda en el río del tiempo, con suficientes ondas se cambia la corriente. Esta es la clave del libre albedrío, ya que Dios nos da su Misericordia en cada momento de nuestro tiempo porque siempre tendremos hasta el final de nuestra vida en la tierra, una segunda oportunidad para definir lo que realmente somos: Co-herederos del Reino de los Cielos. 

¿Con el tiempo, puedo cambiar mi historia de pecador?

Sí. Cuando alguien tropieza o pierde el camino no implica que se pierda para siempre, Dios es amor y nos espera con los brazos abiertos. La conversión no se da de manera instantánea, es un proceso que lleva tiempo para vencer el miedo y aceptar el sufrimiento como sacrificio; en Cristo, el sacrificio se convierte en Misericordia que es darle al prójimo de lo que tenemos y es el regalo más grande que Dios nos da: soportar nuestro dolor sin quebrarnos porque con el tiempo “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (cf. Flp 4,13).
¿Es perfecto el tiempo de Dios?
Sí, pero todo depende de nuestra actitud. Somos lo más preciado que Dios ha hecho al punto de haber entregado a su Hijo a la Humanidad para Salvarnos. Tenemos una concepción errada del tiempo arraigado en la historia, por lo que la progresión temporal del mundo  cae en un círculo vicioso, perjudicial y utilizamos la frase “El tiempo de Dios es perfecto”  para resignarnos ante determinada situación olvidando otra expresión “Ora y actúa” donde es definitivo colocar nuestra vida a Dios de manera absoluta. Cuando nos percibimos como esclavos del tiempo debemos transformar ese instante en un momento de santidad, o momento en que la luz que se mantenía oculta, se libera para bendecir al mundo y  ser nuestro momento oportuno en Gracia (cf. Ecl 3,1)  





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