LOS ASTROS NO
DETERMINAN ACCIONES HUMANAS
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

En Cristo, la razón humana
conserva su independencia respecto a los influjos planetarios, siderales o
astrales, porque mediante la unión hipostática, es decir, la unión personal de
Jesús de poseer dos naturalezas, la humana y la divina, el Dios Creador
interrumpe el curso de los hechos naturales para manifestar su voluntad a la
humanidad; el Verbo ilimitado del Padre se ha definido a sí mismo en su
encarnación, ha devuelto el arquetipo original del hombre -la imagen corrompida- y la ha llenado de belleza divina; por lo
tanto, el ser humano es una “creatura” privilegiada entre los seres vivos, en
virtud de poseer un alma racional divina e inmortal que para evolucionar a
“criatura” debe respetar su entorno,
llegar a la comprensión de las leyes que gobiernan los ciclos (cósmicos y
biológicos) y obedecer las normas impuestas por Dios para la armonía natural
del universo.
Interpretar los fenómenos de
la naturaleza, esconde la tentación de controlar el tiempo, la historia y a las
demás personas; también oculta la insidia del adversario de buscar poderes ocultos
-esotéricos- que contradice el honor, respeto, obediencia y Temor amoroso que
debemos únicamente a Dios (CIC – parag. 2116). Los acontecimientos
astrológicos, las leyes de los astros (astronomía) y los pasajes bíblicos
referente a los cambios climáticos nos señalan que Cristo es el Pantocrátor, el
Señor del tiempo cósmico, de las leyes físicas, químicas, biológicas y de los
acontecimientos celestes que el pueblo de Dios debe tomar como lecciones de Fe
para reconocer la Gloria Divina en todo el demiurgo o el proyecto de Dios. (Tradigo,
Alfredo: 2004. “Iconos y Santos de Oriente”. Editorial Electa. Barcelona,
España)