LOS ASTROS NO
DETERMINAN ACCIONES HUMANAS
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea
Ocurrió un eclipse lunar
este pasado 27 de septiembre, momento en que la luna estaba en su posición
orbital más cerca del planeta Tierra; los científicos lo denominaron como el
paso de la “Superluna sangrienta” y en el que algunos hermanos evocaron las
señales descritas en el libro del profeta Joel (Jl 3,4) y del libro del
Apocalipsis (Ap 6,12). Recordemos que estos libros del Canon Bíblico no
pretenden narrar acontecimientos del futuro sino determinar que nuestro
Salvador siempre ha estado en acción con el Padre y con la Gracia del Espíritu
Santo para vivir en unidad con todo lo creado como equilibrio perfecto de su
amado designio.
En Cristo, la razón humana
conserva su independencia respecto a los influjos planetarios, siderales o
astrales, porque mediante la unión hipostática, es decir, la unión personal de
Jesús de poseer dos naturalezas, la humana y la divina, el Dios Creador
interrumpe el curso de los hechos naturales para manifestar su voluntad a la
humanidad; el Verbo ilimitado del Padre se ha definido a sí mismo en su
encarnación, ha devuelto el arquetipo original del hombre -la imagen corrompida- y la ha llenado de belleza divina; por lo
tanto, el ser humano es una “creatura” privilegiada entre los seres vivos, en
virtud de poseer un alma racional divina e inmortal que para evolucionar a
“criatura” debe respetar su entorno,
llegar a la comprensión de las leyes que gobiernan los ciclos (cósmicos y
biológicos) y obedecer las normas impuestas por Dios para la armonía natural
del universo.
Interpretar los fenómenos de
la naturaleza, esconde la tentación de controlar el tiempo, la historia y a las
demás personas; también oculta la insidia del adversario de buscar poderes ocultos
-esotéricos- que contradice el honor, respeto, obediencia y Temor amoroso que
debemos únicamente a Dios (CIC – parag. 2116). Los acontecimientos
astrológicos, las leyes de los astros (astronomía) y los pasajes bíblicos
referente a los cambios climáticos nos señalan que Cristo es el Pantocrátor, el
Señor del tiempo cósmico, de las leyes físicas, químicas, biológicas y de los
acontecimientos celestes que el pueblo de Dios debe tomar como lecciones de Fe
para reconocer la Gloria Divina en todo el demiurgo o el proyecto de Dios. (Tradigo,
Alfredo: 2004. “Iconos y Santos de Oriente”. Editorial Electa. Barcelona,
España)