domingo, 24 de enero de 2016

OBRAS DE MISERICORDIA CORPORAL. 1) DAR DE COMER AL HAMBRIENTO

PREPARACIÓN PARA LA GRACIA.  DAR DE COMER AL HAMBRIENTO ( I PARTE)
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

Abrir nuestro corazón –la Puerta Santa- y estar dispuestos a vivir El Evangelio como camino de salvación, es un acto de la humanidad de acoger La Gracia que bien entendemos del apóstol Santiago y del cual resalta la ejecución de las obras como acciones caritativas para suscitar, justificar, desarrollar y mantener nuestra colaboración con Dios mediante la FE. (Stgo 1,2-6)
Para que nuestra Fe tenga vida, es decir, que se difunda en el prójimo, haga reflexionar al escéptico, convenza al indeciso y lleve la luz de Cristo al mundo, debe ser  “a prueba de fuego”  porque nos dará la fortaleza al superar los sufrimientos en los que Dios quiere sacarnos adelante pero trabajando con Él  (CIC – parag. 2001).
El Creador conoce nuestras necesidades terrenales y las tiene en cuenta, pero así como un hijo le pide de comer a su mamá, el cristiano debe pedir el alimento y transmitir esta preocupación corporal a Dios a través de la combinación oración-acción, tal como lo expresa el hoy Papa emérito Benedicto XVI  “…la tierra trabajada no da fruto si no recibe desde lo alto el sol y la lluvia.” (Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. Editorial Planeta. 1era Edición. Colombia, 2007)

¿Debo alimentar a otros?

Hay que puntualizar que la acción misericordiosa de alimentar al prójimo va orientada al necesitado, a aquel individuo que, sin formar prejuicio en él, no tiene siquiera cómo sustentarse. En el pasaje de los dos hermanos, el hijo pródigo trabajando en una porqueriza, simboliza la imagen de aquél que ofende a Dios porque ignora y desprecia la dignidad de ser Hijo de Dios; el ser humano se transforma en puerco por el pecado que nos margina del Plan Providencial hacia la miseria pero ayudamos a rescatar a aquella alma –y la propia- si superamos las vicisitudes juntos. (Ricardo Villegas. Reflexiones en noches de insomnio. EVIGRAF. 1era Edición. España, 2009)

¿Me condeno por no darle alimento al más necesitado?

Negar el alimento al más necesitado no es la condena, es la indiferencia de los que pueden compartir su pan y por voluntad propia no lo hacen. En la oración del Padre Nuestro se destaca claramente la petición a Dios de “nuestro pan”, es decir, el pan de los demás como punto de comunión; por lo tanto, el que tiene en abundancia está llamado a compartir y hacerlo con la convicción que somos familia de Cristo. (Lc 16,19-31)
   
¿Por qué lo alcanzado por mi esfuerzo tengo que compartirlo con los pobres?

Porque los bienes que hemos recibido durante nuestra vida ha sido posible por Dios. Es la perversión del hombre de asumir que todo lo puede por sus propias capacidades, es el pecado del “ateísmo mesiánico” de haber sudado la gota gorda y merecer ser feliz, sin preocupaciones, en la cual la persona ostentosa tiene la razón, inclusive de forzar a la Iglesia para justificar su posición. El ser humano por naturaleza es sociable y por divinidad debe buscar el bien común que nos ayude a vivir en comunidad, como pueblo de Dios. En una visión unitaria, cada pedazo de pan es de algún modo un trozo del pan que es de toda la humanidad, del pan del mundo.  (Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. Editorial Planeta. 1era Edición. Colombia, 2007)



sábado, 16 de enero de 2016

LA GRACIA. LLAVE DE LA PUERTA SANTA



LA GRACIA. LLAVE DE LA PUERTA SANTA
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

            La puerta es un elemento, instrumento o accesorio que nos abre un camino a iniciar, pero también nos puede cerrar un trayecto realizado; cualquiera que sea el dilema “abrir/cerrar”, la puerta como objeto mismo, representa espiritualmente “protección” inclusive prudencia ante las acciones humanas que determinan nuestra comunicación con Dios en el Plan Providencial.
            Todas las acciones humanas son calificables moralmente, por lo cual la sociedad necesita de Dios para forjar normas y principios que enuncien el orden racional del bien y el mal; la moral revela la conexión con nuestro Creador para Glorificarlo en nuestro modo de vivir, por lo que se entiende la moralidad de nuestros actos como punto de partida en la encrucijada de la vida donde se encuentran dos puertas y un camino a seguir; la Puerta del Infierno (Sab 16,13; Ecl 51,6; Is 38,10; Mt 16,18; Ap 9,1) y la Puerta Protectora del Redil de Dios (Jn9,10).
            Mientras que la llave, por definición, es un instrumento que facilita o dificulta el uso de una puerta; es el complemento de seguridad que le confiere simbólicamente un aspecto fortificado a la idea en su conjunto (Puerta, llave, cerradura, entre otros elementos...) un ejemplo iconográfico es la representación artística del pasaje bíblico que refiere la expulsión de Adán y Eva del Edén. Este ha sido  plasmado como el paso forzado a través de una puerta que se cierra por no permanecer “en Gracia”, alejándose la humanidad de la voluntad divina. (Giorgi, Rosa. Ángeles y demonios. Editorial Electa. Barcelona – España, 2004)

            ¿Qué es la Gracia?

            Es el paso del hombre viejo al hombre nuevo en Cristo que requiere la disposición y determinación de cada individuo como respuesta libre a la iniciativa de Dios en el camino de salvación. Es la decisión de responder al llamado de Dios de manera consecuente, abriendo la Puerta Santa de nuestro corazón (Sal 24, 9-10) y así Cristo llena la insatisfacción que percibimos de una sociedad en decadencia, nos dota de todo lo necesario para vivir a plenitud y se cumple la misión para lo cual fuimos destinados por el Creador de participar de la naturaleza divina (2Pe 1,4). (CIC – parag. 1996)

            ¿Se inicia el camino de santidad en la Gracia?
           
            Sí. La Gracia es el origen de la obra de la santificación. Aceptar esta verdad no se logra mediante una convicción humana ni es una adhesión sentimental, sino por medio de la fe en Cristo a través del Padre Celestial quién nos elige y nos guía con la acción del Espíritu Santo para adentrarnos en la Misericordia (Mt 16,17; Jn 6,37. 44)

            Por la fe ¿Dios es co-rresponsable de los errores humanos?

            No. Dios nos hace un llamado a la fe en libertad considerando que estos actos de caridad en los valores humanos sean bajo nuestra única responsabilidad. La solidaridad con el prójimo, las obras de misericordia (corporales y espirituales) al igual que el sacrificio desinteresado por el bien común, son el resultado consecuente de decidir complementar la vida con un amor auténtico, sin miedo a la condenación. La puerta del infierno se abre en nuestro tránsito por el mundo si permitimos la injusticia, los antivalores, el consumismo desenfrenado, entre otros errores  que nos produce insatisfacción - vacío moral- ; un vacío espiritual de Dios consecuencia del pecado. Cerrar en absoluto la puerta del reino de los muertos depende del libre albedrío por extender a la vida eterna los valores que se cultiven como  Iglesia militante, utilizando la Gracia como llave de salvación. (Fuentes, Carlos. En esto creo. 2da Edición. Editorial Seix Barral. Barcelona – España. 2004)