miércoles, 24 de diciembre de 2014

Papa Noel, San Nicolas,Santa Claus o Santa, la mejor “estrategia” en la mercadotecnia de fin de año.




La prueba de un hegemónico modelo (no solo económico, ni social, sino moral) traspasa la barrera del dominio propio, arrastrándonos a las contradicciones que implica el actuar, admitiendo la indefensa que hay en nuestro ser, ante el fenómeno San Nicolás, Santa Claus, Papa Noel o simplemente santa.
Este reconocimiento de la indefensa ante lo heterónomo que nos impide ser autónomos en las decisiones de compra, es el efecto planificado, programado y estratega en la mercadotecnia de la hegemonía del mercado.
La hegemonía del mercado luce resistente y se fortalece cada fin de año, con  la mezcla deliberada (clave de la mercadotecnia) entre lo divino y lo mundano; es decir, hay una “perfecta” conjunción de lo religioso, contenido en la figura de Santa y el mercado, contenido en la compra compulsiva de los regalos de fin de año.
Con SANTA se alcanza “eficazmente” el culmen mercadológico toda vez que la simbología de San Nicolás es “el lineamiento para fabricar clientes, generando la fuerza que satisface deseos materiales de la sociedad consumista que se niega a morir”.
La estrategia de San Nicolas, Santa Claus, Papa Noel o Santa, es la publicidad efectiva para crear necesidades y soluciones a esas necesidades, que satisfagan el materialismo exacerbado de industriales, distribuidores, comerciantes y consumidores; o sea,  con  SANTA, se alinean (como objetivo oculto de la mercadotecnia) el materialismo que une la cadena de sujetos clave que sostienen la mercadotecnia y ello es exactamente la lógica que contraviene la opción cristiana de exaltar valores inmateriales, como la donación amorosa de tu compañía, tu afecto, la entrega de un poco de tu tiempo de tu espacio y el compartir de tus talentos. Ello sería más humano pero menos comercial.
¿Cuándo estaremos dando la buena nueva de la opción cristiana sobre la opción del mercado, en épocas tan importantes como navidad y fin de año? (solo para reflexionar)… 
        
Según algunos cronistas americanos, se cree que el origen de este personaje sucedió alrededor del año 1624, cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam -más tarde llamada Nueva York- obviamente llevaron con ellos sus costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas, su patrono (cuya festividad se celebra en Holanda entre el 5 y el 6 de diciembre).
En 1809 el escritor Washington Irving, escribió una sátira: “Historia de Nueva York”, en la que deformó al santo holandés Sinterklaas en la burda pronunciación angloparlante Santa Claus. Más tarde el poeta Clement Clarke Moore, en 1823, publicó un poema donde dio cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving. En ese poema se hace mención de una versión de Santa Claus -enano y delgado- como un duende pero que regala juguetes a los niños en víspera de Navidad y que se transporta en un trineo tirado por nueve renos, incluyendo a Rudolph (Rodolfo).
Posteriormente, hacia 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que más se le conoce. Esto fue gracias al dibujante alemán Thomas Nast, quien diseñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper's Weekly. Allí adquirió su vestimenta y se cree que su creador se basó en las vestimentas de los obispos de viejas épocas para crear este «San Nicolás», que en ese momento ya nada tenía que ver con San Nicolás de Mira.
A mediados del siglo XIX, el Santa Claus estadounidense pasó a Inglaterra y de allí a Francia, donde se fundió con Bonhomme Noël, el origen del famoso  Papá Noel, quien tenía parecido físico con Santa Claus, pero vestía de blanco con vivos dorados. Igualmente a fines del siglo XIX, a partir de un anuncio estadounidense de la Lomen Company, se crearía la tradición de que Papá Noel procedería del Polo Norte; y se popularizarían completamente los renos navideños como medio de trasporte de Santa Claus.
Luego, a comienzos del siglo XX en 1902, el libro infantil “The Life and Adventures of Santa Claus” de L. Frank Baum, se origina la historia de cómo Claus se ganó la inmortalidad, al igual que su título de santo. Igualmente, ya en el siglo XX, la empresa Coca-Cola encargó al pintor Habdon Sundblom que remodelara la figura de Santa Claus/Papá Noel para hacerlo más humano y creíble. Esta versión data de 1931. En este punto, sin embargo hay que aclarar que es solo una leyenda urbana la creencia de que el color rojo y blanco de Santa Claus tenga su origen en los anuncios que la marca Coca-Cola empezó a hacer a partir de 1931, aunque sí es cierto que contribuyeron a la popularización de estos colores y del mito mismo. Hay muchas ilustraciones y descripciones casi fidedignas anteriores al anuncio como la de Thomas Nast (1869) o St. Nicholas Magazine (1926), entre otras; eso sin considerar además las antiguas representaciones religiosas del obispo San Nicolás de Mira.
Desde mediados de 1800 hasta principios de 1900 no hubo una asignación concreta al color de Santa Claus, siendo el verde uno de los más usados. Por lo tanto, se considera que la campaña masiva de Coca-Cola fue una de las principales razones por las cuales Santa Claus terminó vestido de color rojo y blanco, pero estos publicistas no fueron los primeros en representarlo con estos colores.

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