Ing. Freddy
Berrios
@Catolicoslinea
El científico Albert Einstein postuló en su Teoría
de la Relatividad General que el tiempo es diferente para cada individuo. El
tiempo, esta dimensión que rige el Universo y que la humanidad solo puede
establecer ciertos parámetros limitados para mediciones y determinación de
ciclos biológicos, es la herramienta divina empleada para nuestra Salvación.
¿El tiempo es
diferente para cada individuo?
Sí. La ciencia define el tiempo como inmutable, igual
que un río; si lanzas una piedra en él, creas ondas pero la corriente siempre
se autocorrige, no importa lo que hagas, el río fluye en la misma dirección. Aplicando
esta lógica humana con la sabiduría de Dios, se afirma que incontables
decisiones definen nuestro destino. Siguiendo el ejemplo del río, cada
decisión, cada momento, es una onda en el río del tiempo, con suficientes ondas
se cambia la corriente. Esta es la clave del libre albedrío, ya que Dios nos da
su Misericordia en cada momento de nuestro tiempo porque siempre tendremos
hasta el final de nuestra vida en la tierra, una segunda oportunidad para
definir lo que realmente somos: Co-herederos del Reino de los Cielos.
¿Con el
tiempo, puedo cambiar mi historia de pecador?
Sí. Cuando alguien tropieza o
pierde el camino no implica que se pierda para siempre, Dios es amor y nos
espera con los brazos abiertos. La conversión no se da de manera instantánea,
es un proceso que lleva tiempo para vencer el miedo y aceptar el sufrimiento
como sacrificio; en Cristo, el sacrificio se convierte en Misericordia que es
darle al prójimo de lo que tenemos y es el regalo más grande que Dios nos da:
soportar nuestro dolor sin quebrarnos porque con el tiempo “Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece” (cf. Flp 4,13).
¿Es perfecto el tiempo de Dios?
Sí, pero todo depende de nuestra
actitud. Somos lo más preciado que Dios ha hecho al punto de haber entregado a
su Hijo a la Humanidad para Salvarnos. Tenemos una concepción errada del tiempo
arraigado en la historia, por lo que la progresión temporal del mundo cae en un círculo vicioso, perjudicial y
utilizamos la frase “El tiempo de Dios es perfecto” para resignarnos ante determinada situación
olvidando otra expresión “Ora y actúa” donde es definitivo colocar nuestra vida
a Dios de manera absoluta. Cuando nos percibimos como esclavos del tiempo debemos
transformar ese instante en un momento de santidad, o momento en que la luz que
se mantenía oculta, se libera para bendecir al mundo y ser nuestro momento oportuno en Gracia (cf.
Ecl 3,1)
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