ENSEÑAR AL QUE NO SABE
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea
Enseñar es la acción caritativa
de madurar la inteligencia personal y colectiva que nos ofrece la libertad de
buscar el conocimiento de la verdad; es la oportunidad de dar testimonio como
las obras preferidas de nuestro Señor para prepararnos a recibir el Reino
Celestial (cf. Mt 13, 44-51). Como obra de misericordia espiritual, enseñar al
que no sabe, nos invita a todos a ser instruidos por los signos de
identificación y de comunión entre los creyentes dentro del proceso de
formación hacia la santificación (cf. Mt 23,1-12; 1Pe 1, 13-16; Ef 2,10).
Podemos ayudar al niño que no sabe
hacer su tarea, al joven que todavía vacila en una relación sentimental, al
adulto que duda invertir en tal o cual negocio, al compañero de oficina que no
sabe aún cómo realizar su deber, al peregrino que se ha perdido y no encuentra
una dirección. Y de manera heroica podríamos lanzarnos a enseñar a leer o
escribir a un analfabeto u orientar en la oración a alguien que teme acercarse
a Dios. ¡Muchas oportunidades para enseñar algo!
¿Enseñar es un derecho o un deber?
Son ambas; la enseñanza como
derecho, exige el bien común enmarcado por las condiciones sociales dentro del
respeto y la promoción integral de las potencialidades de la persona hacia el
desarrollo humano y la enseñanza como deber nos dispone a sacrificarlo todo por
vivir el Evangelio como contribución individual para establecer una auténtica
cooperación en las relaciones sociales para la unidad y equidad.
¿Dónde se comienza el aprendizaje?
En la familia. Los padres tienen
la misión de enseñar a sus hijos el amor y la fidelidad del Señor, así como la
necesidad de corresponderle (cf. Ex 12, 25-27; 13,8.14-15; Dt 6, 20-25; 13,7-11).
Los hijos aprenden las primeras y más decisivas lecciones de la sabiduría
práctica a las que van unidas las virtudes (cf. Provb 1, 8-9; 4,1-4; 6,20-21;
Sir 3,1-16; 7,27-28) y a la vez los padres aprenden a ser modelos de conducta, de
valores y auténticos guías de maduración en la fe como clave esencial para
fortalecer los vínculos fraternos. Es la dialéctica de la “enseñanza familiar”
la mejor pedagogía que podemos ofrecer a la sociedad para convivir todos unidos
como hermanos y congregados como la Iglesia de nuestro Señor.
¿Cuál es la importancia de enseñar al que no sabe?
Enseñar es una vocación que
permite contribuir a la formación religiosa de la juventud; constituye un don del
Espíritu Santo en la cual se asume con responsabilidad la misión sagrada de
animar al prójimo a conocer a Cristo y que sea el eje de nuestras vidas para
alcanzar la salvación (cf. Rom 12:6, 7;
1 Cor 12:28; Ef 4:11). Evitemos imponer criterios, enseñar de mala gana,
confundir al que está aprendiendo y cosas similares porque –según el apóstol Santiago-
seremos juzgados con más severidad (cf. Stgo
3,1-2). Que la meta sea un aprendizaje colectivo teniendo en cuenta las
enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, el único maestro que traía fascinados
con sus enseñanzas a los judíos que le escuchaban, "porque les enseñaba
como quien tiene autoridad y no como sus escribas" (cf. Mt 7,29; Mc 1,22).
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