CORREGIR AL QUE SE
EQUIVOCA
Andri Viloria
@Catolicoslinea
Equivocarse no es que
la persona no tenga la razón, sino que sus acciones pueden estar perjudicándolo
inclusive a su entorno. Muchas veces nos enojamos o burlamos cuando vemos a
algún hermano equivocarse, olvidándonos que no somos perfectos e
inevitablemente nos equivocaremos también. A ninguno le agrada estar en
ridículo ante los demás, así que, cuando alguien se equivoque corrijámoslo con
amor fraternal para que no lo vuelva a hacer.
¿Qué es la corrección fraterna?
Es una característica
esencial en cualquier comunidad cristiana; nace de un verdadero interés por la
salvación y la santidad del hermano. La corrección fraterna es fruto de querer
el bien del otro; las obras de misericordia nos ayudan a mirar más el bien de
los demás, nos hacen salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro. Corregir
al que se equivoca nos sacude de la indiferencia en la que muchas veces vamos
sumergiendo nuestra vida poco a poco; sirve para apartar a una persona del
pecado o del peligro de cometerlo o para desarraigar un defecto.
¿Cómo practicar esta obra?
Hay que tener
presente que no se debe hacer de cualquier forma; ha de ser concebida siempre
con mucha humildad, desde la conciencia de que nadie es perfecto y reconociendo
los propios defectos. Ha de realizarse no como un juicio sino como un servicio
a la verdad y de amor al hermano. La corrección fraterna ha de ejercerse con
firmeza pero sin asperezas, sin humillar al que es amonestado.
Antes de cualquier
corrección es conveniente que tengamos discreción sobre la corrección que vamos
a hacer, ya que se puede juntar en nosotros otras intenciones que no sean tan
santas. Es bueno escoger el momento oportuno.
“La actitud es de
delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa,
evitando las palabras que puedan herir y asesinar al hermano. La finalidad es
de ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa ha
ofendido no solamente a uno, sino a todos.”(S.S.
Francisco, Ángelus del 7 de septiembre de 2014).
La finalidad de la
corrección es que el hermano crezca e intentar que no reduzca la estima que
tiene de sí mismo. Ha de ejercerse sobre cosas realmente necesarias e
importantes, sabiendo que habrá veces que la mejor manera que tendremos de
ejercer la corrección será nuestra oración -y como no- nuestro ejemplo de vida que interpelará la
manera de vivir y de obrar del prójimo.
¿Es necesario corregir al que está equivocado?
Sí. La práctica de la
corrección fraterna contribuye a que las personas, y por tanto la sociedad,
crezca en el bien y sean más gratas a Dios. A la vez, se evitan críticas y comentarios
que causen daños, que quitan la paz en el alma y se habrán vivido otras muchas
virtudes (fortaleza, humildad, comprensión) a quien ejercita esta práctica del
Evangelio.
La obligación a
corregir a nuestros semejantes cuando se equivocan es consecuencia lógica del
amor que les debemos. Si tenemos obligación de socorrer a nuestros hermanos en
sus necesidades corporales, con mayor razón hemos de ayudarle en esta obra de
misericordia espiritual.
Con esta práctica prestamos
un gran servicio; ayudar y dejarse ayudar, a reconocer la verdad dentro de uno
mismo para cambiar nuestra vida y caminar rectamente por los caminos del Señor.
Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que
discierna y perdone (cf. Lc 22,61) como ha hecho y hace Dios con cada uno de
nosotros.
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