El mate y sus espacios de poder
Mélida Briceño
@Catolicoslinea
Uruguay es más que la tierra
prometida para cualquier venezolano, y eso nos compromete a seguir edificando
el idealismo de la esperanza en términos de civilidad. El juicio de mi leve
visión extranjera vaticina a una sociedad que puede llegar a ser lo que se
proponga ser y para ello cuenta con una herencia cultural laboriosa y
determinante que debe transmitirse de generación en generación. He allí el
éxito de este gran país latinoamericano.
Todas estas emociones las
percibo durante los primeros recorridos por Montevideo, por el casco central,
en la feria de Tristán Narvaja, en la Ciudad Vieja y su fulgurante puerto,
frente a la estatua de Artigas, en un breve paso por la calle Buenos Aires y la
Reconquista, 18 de Julio y 8 de octubre. Siento una fuerza misteriosa que nos atrae
desde lo telúrico, desde la misma cultura latinoamericana que se cuela en
alguna brisa frente a nosotros, nada es ajeno, todo es sensitivo.
Al Papa Francisco le encanta tomar mate |
La cultura popular del Uruguay
es tremendamente sentimental. Las páginas de los periódicos se explayan en
homenajes al folclore, promoción de colectivos, novedades del teatro, ballet,
danzas, cantos, tangos, extrema oda a una rica gama de identidad nacional que
conserva atisbos de aquella cultura europea que llegó para quedarse en tiempos
de la colonia.
Pero hasta ahora la batuta de
mis impresiones la lleva la famosa yerba mate. Esta consigna viaja a todos
lados, la vida del Uruguay es el mate, creo que compite seriamente con el gusto
por el balompié. Ciertamente tiene un gran sabor, me traslada a recónditos lugares
de Venezuela, el gusto es como el de las hojas de matas de plátano verde. Es
una mera asociación.
Igualmente siento que esta
yerba merece una connotación superior.
Desde muy jóvenes hasta adultos, abuelitos, ejecutivos, colectivos,
vendedores y comunes, abrazan el termo de agua caliente desde tempranas horas
del día, cuando despunta el alba, un 80% si no exagero, del tumulto abigarrado de
Montevideanos que se entreteje en las principales calles de la capital y que se
disponen hacia sus jornadas de trabajo.
Lo grandioso es que forma
parte ya de un marcado estilo de vida que va acompañado del pocillo y la
bombilla, no solamente para amainar los rudos fríos del invierno sino a toda
hora y durante todos los días del año, he comprendido que es parte de la
tradición y la identidad de la nación. ¡Bien dicen que se toma más mate en esta
tierra que en Argentina!
Entonces me pregunto, Quién o
qué ocupa en este momento más espacios de poder en el país. Evidentemente que
es la tibia infusión. Su influencia es arrasadora, determinante y no
necesitamos de una encuesta para validarlo. Es una pasión aglutinante, la
máxima expresión social que une al gentilicio.
Cuando veo desde la ventana a las señoras del vecindario,
reunidas mateando, entonces pienso que realmente el mate llegó para unirnos,
para socializar, una gran concepción que nos hace disfrutar aún más de esta
infusión propiciadora de encuentros. ¡Y con ello le doy la bienvenida a mi
mundo a la famosa yerba!
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