OCLOCRACIA
EN VENEZUELA. GOBIERNO EN DECADENCIA (PARTE 1)
Freddy J.
Berrios G.
En Venezuela, el Poder Legislativo –conformada por
la Asamblea Nacional- se encuentra bloqueada por las acciones, que desde el
Gobierno pretende justificar, por los Poderes Ejecutivo y el Judicial; así
mismo, el Poder Electoral se encuentra de manera descarada parcializada con los
intereses de un grupo político. A esta realidad se suma el hecho que el
Producto Interno Bruto –PIB- cierra el 2016 con un 12%, las importaciones
ascendieron los 36 mil millones de dólares, los precios del petróleo en picada,
quedan 4 mil industrias trabajando al 35% de su capacidad instalada (cifras
aportadas por Carlos Larrazábal, Vicepresidente de Fedecámaras); no sólo están
estas cifras tan terribles sino también el hecho que a nuestro país lo
suspendieron de Mercosur por incumplir normas democráticas y comerciales.
El escenario político no es favorable para esta
nación suramericana que gozaba y ostentaba su privilegio en cuanto a recursos
energéticos naturales (petróleo y gas) donde sus gobernantes se enfermaron de
poder, mal administraron y explotaron las bendiciones de esta “tierra de
Gracia” padeciendo en términos económicos del MAL HOLANDÉS y no conforme con
eso –bajo el pretexto de inherencia extranjera- culpan a otras naciones para
seguir adoctrinando en el pueblo la ideología de rebelión popular.
Según Aristóteles un buen sistema
de gobierno procura el bienestar en función de intereses generales; el gobierno
que sólo tiene en cuenta intereses particulares está viciado desde su base y
resulta en corrupción. Este razonamiento se concatena con lo que manifiesta
Rousseau cuando la democracia se degenera en oclocracia; es decir cuando la
voluntad general cede ante las voluntades particulares, por ejemplo por
artimañas de asociaciones parciales (El Contrato Social, II, 3). Lo vivido recientemente con las políticas
monetarias y el incierto destino de los billetes de cien bolívares (100 Bs)
deducen que el socialismo actual no es revolucionario en sentido social sino
cómplice del STATU QUO; no se interesa por la justicia sino por todo lo que
permite cultivar: un hedonismo radical. En una nación sin valores, el único
valor que permanece es el del más fuerte; donde todo tiene idéntico valor
prevalece un solo valor: el poder.
El filósofo Platón en su libro la
República afirmaba “el poder sólo debe ejercerse en beneficio de los súbditos”
Cuando la autoridad única (autocracia), o la minoría (oligarquía, aristocracia)
o la mayoría (democracia) gobiernan consultando el interés general, surgen
buenas políticas aplicables; cuando gobiernan en su propio interés, sea el de
uno solo, sea el de la minoría o de la multitud, las políticas aplicables se
desvían de la estrategia trazada por su fin.
Por su naturaleza profética, la
Iglesia tiene la misión de anunciar y denunciar; de allí los constantes roces
con el gobierno porque según el parágrafo 407 del Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia expresa “Una auténtica democracia no es sólo el resultado
de un respeto formal de las reglas, sino
que es el fruto de la aceptación
convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la
dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre y la
mujer, la asunción del bien común como fin y criterio regulador de la vida
política. Si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el
significado de la democracia y se compromete su estabilidad” en la que tenemos
el deber todos los venezolanos como ciudadanos de defender nuestra democracia.
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