jueves, 27 de octubre de 2016

EL PADRE LINERO EN VENEZUELA




¡EL MAN ESTÁ VIVO! NO ES MAGÍA, ES MISTERIO
 

  
Freddy J. Berrios G.
Reportero Eclesial / Diócesis de Trujillo

 


“Sólo para Dios la Gloria, lo importante es encontrarnos con el Señor y que lo amemos…” fueron las primeras palabras del Padre eudista Alberto José Linero Gómez ante los espectadores que se apostaron en el estadio Italo Di Fillipi  de la hermosa población turística de La Azulita, Municipio Andrés Bello – Edo. Mérida; agradeció a los organizadores del evento, saludó al público con su acostumbrada jocosidad y elocuencia que presenta en la televisión con su “Tú sabes!” para comenzar –en sintonía con los presentes- con una oración para Pacho Bermejo, su compañero en esta visita por nuestro país.
Entrada al Estadio

Desde el lunes 24 de Octubre, el pueblo católico venezolano ha disfrutado una experiencia mística con Dios en lo que se denominó Gran Predicación Misión Venezuela y del cual el Padre Linero fue el invitado especial en una visita por Coro – Edo. Falcón, posteriormente el martes 25 se presentó en Maracaibo – Edo. Zulia para culminar el miércoles 26 en esta locación andina en la que fue recibido por una multitud de laicos de diversos grupos apostólicos, congregaciones religiosas, prelados de las Diócesis de El Vigía, Arquidiócesis de Mérida, de la Diócesis de Trujillo y representantes de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Pacho Bermejo, laico Colombiano con dilatada trayectoria en actividades de predicación, inició la primera parte reflexiva de esta jornada evangelizadora, donde resaltó la importancia de llamar a nuestro Dios como Padre y de sentirnos verdaderamente como sus hijos, “…Dios nos da el privilegio de venir a misionar, de venir a servir, de venir a compartir el Evangelio del Señor con uds.” expresó Bermejo al tiempo que dejó como testimonio de fe cuatro lecciones para vivir como hijos de Dios; estar convencido que Dios como nuestro Padre nos creó, nos conoce, nos provee de lo que Él considera necesario para que maduremos en la fe y nos ayuda a resolver los problemas que tenemos en nuestro diario vivir.

La segunda parte de este encuentro con Dios fue guiada por el Padre Linero y resaltó un pasaje bíblico en la que particularmente le toca su corazón, es la escena de Jesús y el leproso que se desarrolla en el Evangelio de Marcos que de manera especial le ayuda a entender su discipulado (cf. Mc 1: 40-42). A partir de este texto indicó tres actitudes que debemos adoptar para transformar nuestra realidad; ser audaces para buscar a Jesús y convertirlo en el centro de nuestras vidas, postrarnos ante Él porque no hay hombre más grande que aquél que se arrodilla a nuestro Señor y estar convencidos de la voluntad y el poder de Dios.
Padre Linero y Pacho Bermejo

“Muchas personas quieren que Dios les conceda lo que necesitan pero no se acercan a Dios…cuando uno quiere acercarse a Jesús hay que vencer todos los obstáculos que se nos pongan, tener audacia es tomar decisiones así a algunos no les guste, cuando uno vive su fe como católico algunos dicen Oye! Se volviooó Tú sabes! (risas del público)…que nada me impida que busque a Jesús” sentenció Linero.

Entre interacciones, cantos, oraciones, abrazos, llantos de emoción, bromas y dádivas a Dios terminó esta maravillosa experiencia religiosa; se expuso el Santísimo Sacramento y el Padre Oscar Núñez presbítero de la parroquia La Inmaculada dio la bendición final dejando gran satisfacción y esperanza a la Iglesia militante para seguir trabajando en el amor con nuevas fuerzas, donde Jesús sea lo más importante de nuestra vida, esa es la clave de la felicidad.

martes, 25 de octubre de 2016

REFLEXIONES DE UN SEMINARISTA (II PARTE)

LA FAMILIA DON DE DIOS
Andri Viloria
Seminarista. III de Teología

 “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas”. Col 3:18-19

La determinación del amor humano tiene su origen en un amor fundante; Dios. Él,  transmite su amor a cada ser humano en y a través de la familia. En el carácter esponsal del amor, Dios devela su amor al hombre-esposo, a la mujer-esposa; en el amor paterno-materno, revela su amor a los hijos; en el amor filial, manifiesta su amor al hombre-padre, a la mujer-madre; en el amor fraternal declara su amor entre los hermanos. Todas estas dimensiones del amor, “entrega sincera de sí mismo”, son posibles porque tienen su origen y fuente en Dios; Él es Esposo, Padre/Madre, Hijo, Hermano. Cada miembro de la familia es fruto, expresión y encarnación de Dios que es amor.


  La magnificencia del amor de Dios, en y a través de la familia, no termina ahí. La dimensión del amor trasciende las fronteras familiares y alcanza a la sociedad. Del mismo modo que la familia es expresión y medio del amor de Dios a sus miembros, en y a través de ella, manifiesta su amor a la humanidad entera. La familia es un regalo de amor de Dios a los miembros que la conforman, a la sociedad que se constituye a través de ellas.

Es propio de la familia, por su naturaleza, ser un prisma del Amor divino y del amor humano. Dios ama al ser humano en la familia y -a través de esta- Él es amado. En y a través de la familia se desvela, comunica y vive el amor en sus diversas dimensiones, no sólo descendente: Dios-persona-familia-sociedad-creación, sino también ascendente: persona-familia-sociedad-creación-creador.



Del mismo principio físico de gravedad que “todo objeto suspendido, tirado en el aire es atraído hacia el centro de la tierra”, así el corazón humano es atraído por la fuerza del amor de la familia, en ella la vocación de toda persona, don de Dios, debe ser consumido en el seno del hogar, en ella crecemos y vivimos.



jueves, 13 de octubre de 2016

SIE7E OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUAL (IV PARTE)

PERDONAR A LOS QUE NOS OFENDEN
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

Qué Misericordioso es nuestro Señor Jesús y cuán grande es su amor; son infinitos sus caminos por lo que llama a los pecadores y profunda la sabiduría con que convierte hechos humanos mezquinos en grandes acontecimientos que demuestran Su Gloria. El agravio inferido de un individuo a otro, es una ofensa que nos da la oportunidad de crecer en el auténtico amor a través del perdón; detrás de la ofensa se esconde la tentación del adversario de generar resentimientos (decepción, odio, intolerancia, etc.) que buscan envenenar el alma, la mente y el cuerpo, pero Cristo en su oración al Padre creador nos imbuye en este compromiso caritativo para fomentar entre nosotros  la unidad. “Errar es de humanos y perdonar es divino” es el argot popular que recoge el sentido ilimitado e inmensurable del amor a través del perdón.

¿Cómo puedo perdonar al que me ha hecho daño?
Es un acto de fe el perdonar y más cuando se encuentra latente un dolor, una pérdida, una humillación, entre otros sufrimientos. Por lo tanto, se requiere de la acción del Espíritu Santo para participar desde el fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor divino para hacer de nuestra pertinencia los mismos sentimientos que están en Jesucristo; sólo así la unidad del perdón es posible perdonándonos mutuamente como nos perdonó Dios en Su Hijo (cf Ef 4,32; Flp 2, 1; CIC parág. 2842)

Perdono pero no olvido ¿puedo vivir en paz?
No. Hay personas que han causado mucho sufrimiento a los demás y no sólo eso, sino que los malvados influyen en otras personas y las corrompen, con lo cual se opta por “perdonar” temporalmente las ofensas pero estamos en alerta a lo que pueda hacer nuestro hermano, el prójimo; ahora bien, esta opción de “no olvidar” crea una brecha en la que los prejuicios nos separa también de Dios porque no podemos amar a nuestro Señor a quien no vemos, si no amamos al herman@ a quien sí vemos (cf. 1 Jn 4,20). La obligación más bella –como virtud- para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y El Espíritu Santo de su pueblo elegido, por consiguiente estas acciones no se consideran  auténticos  actos de sacrificio y Él nos despide del altar para que antes de ofrecer algo nos reconciliemos con nuestro hermano (cf. CIC parág. 2845).



Hay gente que no les agrado e insisten en hacerme mal ¿qué hacer?    
Los cristianos estamos en el mundo pero no somos del mundo; es normal que por causa de nuestro Señor tengamos enemigos de la fe. No está en nuestra mano y pensamiento no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazón que se ofrece al Espíritu Santo cambia la herida en compasión y purifica la memoria transformando el agravio en intercesión; además, damos testimonio del amor que es más fuerte que el pecado. Amar inclusive a quienes nos consideran enemigos es buscar la perfección en la observación del mandamiento de Jesús y es nuestro llamado natural como Iglesia (cf. Mt 5,48; Lc 6,36; Jn 13, 34).