PREPARACIÓN PARA LA
GRACIA. VISITAR AL PRESO (V PARTE)
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea
El año jubilar de la Misericordia decretado por el Papa Francisco es
una oportunidad de reconciliación con el amor divino; es una invitación a
participar en el banquete de nuestro Señor que se extiende a toda la humanidad.
La obra de visitar a los privados de libertad es una acción propicia para
divulgar y aplicar indulgencias a las personas que dirijan sus pensamientos,
oraciones y actitudes al Padre creador como proceso de reconducción de la
dignidad del individuo en la sociedad. (Carta SS Francisco con ocasión del
Jubileo Extraordinario de la Misericordia 01 de septiembre de 2015)
La sentencia cumplida –pena- es un instrumento de conversión del
culpable, es la expiación moral de sus acciones ante la justicia humana que
busca restaurar las relaciones de convivencia armoniosa (Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia. Parág. 403) pero en ocasiones las instituciones
carcelarias sirven de escenario a nuevos crímenes y por ello está el deber de
preocuparse por el prójimo que experimenta la limitación de su libertad.
¿Qué significa estar preso?
Significa ser esclavo de sí mismo; es estar encadenado a sus bajas
pasiones, a la ignorancia, el orgullo y apegado a la vanidad del mundo. En el
pecado se vive preso de los vicios y del desenfreno, es la dependencia
justificada de la carne que manipula la mente y empobrece el alma. El pecador
se encuentra dentro de una jaula de oro con la puerta abierta donde el
adversario no quiere que esa alma se de cuenta para que, al llegar la muerte,
la referida puerta se cierre de manera irreversible.
¿Existe oportunidad para que el
preso se salve?
Sí. En cuestión de fe, la persona que abandona el camino de santidad
al que estamos llamados no implica estar extraviada de manera definitiva; se
asemeja al caso de la persona que infrinja las leyes establecidas en la
sociedad que puede reparar sus faltas en un debido proceso judicial. La salvación radica en una auténtica
libertad que se vive por dentro y por
fuera, desde nuestra conciencia hasta nuestros diversos escenarios de
participación con la comunidad que refleje la buena intención de haber buscado
el perdón y sentirnos perdonados.
¿Cuáles son las virtudes que
debemos forjar para ser libres?
Cristo nos enseña el amor a la verdad para ser libres (Jn 8,32);
quiere decir que no debemos aferrarnos por el amor propio sino sacrificarnos
para el bien del prójimo, de manera humilde sin ser más de lo que somos ni
entenderse como acto de heroísmo ya que el auténtico amor nos libera de
nosotros mismos. También están la virtud de la austeridad y la templanza de
conseguir sólo lo necesario para ser felices sin caer en excesos y por último
la voluntad del servicio generoso que el enviado del Padre nos enseñó para
vivir a plenitud.
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea
El año jubilar de la Misericordia decretado por el Papa Francisco es
una oportunidad de reconciliación con el amor divino; es una invitación a
participar en el banquete de nuestro Señor que se extiende a toda la humanidad.
La obra de visitar a los privados de libertad es una acción propicia para
divulgar y aplicar indulgencias a las personas que dirijan sus pensamientos,
oraciones y actitudes al Padre creador como proceso de reconducción de la
dignidad del individuo en la sociedad. (Carta SS Francisco con ocasión del
Jubileo Extraordinario de la Misericordia 01 de septiembre de 2015)
La sentencia cumplida –pena- es un instrumento de conversión del
culpable, es la expiación moral de sus acciones ante la justicia humana que
busca restaurar las relaciones de convivencia armoniosa (Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia. Parág. 403) pero en ocasiones las instituciones
carcelarias sirven de escenario a nuevos crímenes y por ello está el deber de
preocuparse por el prójimo que experimenta la limitación de su libertad.
¿Qué significa estar preso?
Significa ser esclavo de sí mismo; es estar encadenado a sus bajas
pasiones, a la ignorancia, el orgullo y apegado a la vanidad del mundo. En el
pecado se vive preso de los vicios y del desenfreno, es la dependencia
justificada de la carne que manipula la mente y empobrece el alma. El pecador
se encuentra dentro de una jaula de oro con la puerta abierta donde el
adversario no quiere que esa alma se de cuenta para que, al llegar la muerte,
la referida puerta se cierre de manera irreversible.
¿Existe oportunidad para que el
preso se salve?
Sí. En cuestión de fe, la persona que abandona el camino de santidad
al que estamos llamados no implica estar extraviada de manera definitiva; se
asemeja al caso de la persona que infrinja las leyes establecidas en la
sociedad que puede reparar sus faltas en un debido proceso judicial. La salvación radica en una auténtica
libertad que se vive por dentro y por
fuera, desde nuestra conciencia hasta nuestros diversos escenarios de
participación con la comunidad que refleje la buena intención de haber buscado
el perdón y sentirnos perdonados.
¿Cuáles son las virtudes que
debemos forjar para ser libres?
Cristo nos enseña el amor a la verdad para ser libres (Jn 8,32);
quiere decir que no debemos aferrarnos por el amor propio sino sacrificarnos
para el bien del prójimo, de manera humilde sin ser más de lo que somos ni
entenderse como acto de heroísmo ya que el auténtico amor nos libera de
nosotros mismos. También están la virtud de la austeridad y la templanza de
conseguir sólo lo necesario para ser felices sin caer en excesos y por último
la voluntad del servicio generoso que el enviado del Padre nos enseñó para
vivir a plenitud.
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