miércoles, 20 de abril de 2016

7) DIGNIFICAR AL DIFUNTO

PREPARACIÓN PARA LA GRACIA. DIGNIFICAR AL DIFUNTO (VII PARTE)
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea

Dentro de los actos que conducen a la salvación, enterrar de manera solemne a quienes en esta vida buscaron resplandecer parte de la Gloria de Dios y a quienes han muerto en Cristo pero no están purificados, es la manera en que se honra a los hijos de Dios que han exhalado el último aliento y cuyo espíritu van al encuentro de la Divina Misericordia. El creyente no se despide de su prójimo sino le inhuma un “hasta luego” con la certeza de resguardar nuestra esencia como templos del Espíritu Santo en la sepultura que abriga nuestro polvo (Gen 3, 19) convirtiéndose en la última obra de caridad corporal en el mundo.
El católico debe prepararse para morir porque estamos destinados a un fin más sublime después del pecado; Dios no hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes, por eso en Cristo se llega a la resurrección de entre los muertos para alcanzar una vida plena y feliz. Nacemos para morir y morimos para vivir las promesas de nuestro Señor.
¿Es pesimismo pensar en la muerte?     
No. Aceptar nuestra temporalidad en este mundo para reconciliarnos en el amor del Padre Creador no es pesimismo. Pensar en lo efímero como Iglesia militante debería ser un estímulo para dejar un legado a las demás generaciones como modelo sustentable de fe y que sea nuestro aporte en la consolidación del Reino de los cielos.
Recordemos que Jesús experimentó la muerte para bien de todos (Hb 2,9). Por lo tanto, la persona que fallece en Cristo sale de su cuerpo para vivir con Dios (2 Co 5,8).
¿Por qué se ora a los difuntos?
Porque es un gesto de solidaridad e iniciativa santa para que los difuntos purifiquen sus pecados y sean libres. Nuestra oración por los difuntos no sólo los ayuda sino hace eficaz su intercesión en nuestro favor (2Mac 12, 43-45). En la Eucaristía se vive la comunión de todos los fieles cristianos, tanto de los que permanecemos en la tierra así como de los que son Iglesia purgante e Iglesia triunfante (santos y ángeles) por disposición del amor misericordioso de Dios.
¿Por qué se entierra a los muertos?
Porque se recuerda el tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro, donde su Persona divina continuó asumiendo su alma y su cuerpo, separados sin embargo entre sí por causa de la muerte pero es el medio que utiliza para rescatar a la humanidad, proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban condenados. (CIC. Parag. 630, 632)
Los creyentes como Iglesia peregrina ofrecen al Padre, en Cristo, al hijo de su gracia que se deposita en la tierra, con esperanza el germen del cuerpo que resucitará en la Gloria. Es por ello que los cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad en la fe. (CIC. Parag. 2300)
     

        

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