PREPARACION PARA LA GRACIA. ACOGER AL PEREGRINO (IV PARTE)
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea
Las obras de misericordia corporal fortalecen nuestra identidad de fe.
En los artículos anteriores sobre la preparación para la Gracia, parece a
primera vista normativas para satisfacer las necesidades básicas de la
humanidad, pero no es tan simple; el auténtico amor misericordioso nos enseña
que el alimento eterno y la bebida
vivificadora de Cristo debe ser compartida en un banquete donde debemos usar el
vestido de gala que se nos ha dado al formar parte de la Iglesia, por lo tanto,
es llevar una consecuente vida justa, casta y responsable sin tener excusas para
no lucir lo mejor de nosotros y dar Gloria a Dios (Mt 22,1-13).
Dios nos prepara para estar en el mundo sin ser parte del libertinaje y
la decadencia promovida por la insidia del adversario que busca, no eliminar la
creencia de nuestro creador, sino que las personas se decepcionen y rechacen a
Dios. Es por esta razón que los cristianos somos huéspedes del mundo, es decir,
peregrinos en constante movimiento, de oración y acción para preparar cada día
el banquete reservado a la salvación de la sociedad. De allí que la Iglesia
discípula y misionera que pertenecemos, la Iglesia militante, sea también
peregrina.
¿Qué es un peregrino?
El peregrino es un extranjero que busca la reconciliación consigo
mismo, la cooperación hacia el prójimo y la unión con Dios; es el individuo que
prepara la llegada del redentor para la salvación colectiva del género humano.
¿Qué significa acoger al
peregrino?
Significa aceptar el testimonio de fe de los que aguardan la venida
del Reino de los Cielos. La Santísima Virgen María peregrinó al estar
embarazada y ninguno en Belén acogió “el verbo encarnado” contentivo en ella,
la que alumbra a Cristo –fuego divino- quien ofreció el milagro de “la conversión” mesiánica a todos pero no lo
reconocieron por faltar espacio en sus corazones al auténtico amor (Lc 2,1-6;
Hb 12,1-2). Recibir con bondad las experiencias evangelizadoras de otras
personas, ayuda a madurar y fortalecer nuestras creencias en el camino que
iniciamos por la estrecha cruz hacia el banquete celestial, donde el pueblo de
Dios se sentará a la mesa del Reino. (CIC. Parág. 1344)
¿La transmisión de la
Revelación Divina hace que la Iglesia sea peregrina?
Sí. Este compartir de vivencias en la fe proviene de la predicación
apostólica indicada por Cristo (Mt 28, 18-20); es por tanto, la transmisión de
la Revelación Divina una tradición que junto con las Sagradas Escrituras se
integran como modelo de conducta para reivindicar la dignidad de la persona
humana y satisfacer nuestras necesidades en Dios que conoce nuestras
habilidades y limitaciones.
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