EL PATRIMONIO DEL MATRIMONIO (I
PARTE)
Freddy J. Berrios G.
@Catolicoslinea
Agosto es un mes especial en el que se recuerda y
se exalta la vida consagrada; es parte de nuestra IDENTIDAD CATÓLICA,
determinante para que el pueblo de Dios alcance su soberanía evangelizadora, en
el pleno ejercicio de dar testimonio para Gloria de Dios. La Fe del cristiano
católico debe ser producto del legado de sus antepasados y de la convicción de
su vivencia, experiencias y compartir en la sociedad con el prójimo.
El conjunto de bienes físicos, valores morales y
ejercicios espirituales (como la importancia de ir a misa) son las tradiciones
que un individuo hereda de sus predecesores y constituye, por tanto, su Patrimonio religioso que promociona la
búsqueda de nuestro camino hacia la santidad y afianza nuestro acervo
espiritual.
Desde la Iglesia doméstica como célula del cuerpo
místico de Cristo, la consolidación de la familia en la sociedad empieza en el
sacramento del Matrimonio, en el que
el hombre y la mujer se convierten en una sola carne y se adhieren al auténtico
amor de Dios; de allí el misterio inefable de la Santísima Trinidad, reflejada
en una alianza que es mucho más que una “institución
social” como la definen las leyes humanas.
¿Cuál es la
función del Matrimonio en la Evangelización?
El Matrimonio consagra a los esposos como
misioneros de Amor y Vida. Significa ser “unitivo” en la formación de la
familia; aprender a vivir en la plenitud
del Evangelio conscientes de nuestra capacidad creadora y valorando la fertilidad
conyugal para que se cumpla la voluntad de Dios de manera permanente, por lo
tanto, el Magisterio recuerda a los cónyuges que el Matrimonio es indisoluble.
¿Por qué el
Matrimonio es indisoluble?
Es la voluntad de Jesús que los
esposos permanezcan unidos; (1Cor 7, 10-11 y Ef. 5, 23-33) el sentido de unidad
del matrimonio se basa en el hecho de que nadie quiere que su unión fracase o
se rompa. Por eso Cristo, les dio a los esposos la oportunidad de amarse con
entrega y sacrificio, es decir, de hacer de su vínculo una alianza
irrompible con el compromiso
de amar como Dios ama y con la certeza de contar con el apoyo de la Gracia Divina que sostiene siempre
a quienes desean vivir de su amor. En síntesis, el Sacramento del matrimonio
establece una unión garantizada por
Dios mismo de cuya santidad y
fuerza no la debe romper ningún ser humano. (Mt 19:3-6)
En consecuencia, con la Palabra
de Dios, la Iglesia no reconoce el divorcio civil, pues el Estado no
puede disolver lo que es
indisoluble e invita a analizar todo el dolor y daño que las rupturas matrimoniales causan a los individuos y sus hijos. (CIC
parág. 2382-2386).
La única forma de que un vínculo matrimonial se disuelva por la Iglesia es que se pruebe, mediante un proceso de anulación ante un Tribunal Eclesiástico, que dicho vínculo fue nulo; demostrando por diferentes razones que no fue nunca un verdadero y auténtico matrimonio. (Código de Derecho Canónico. No. 1155)
La única forma de que un vínculo matrimonial se disuelva por la Iglesia es que se pruebe, mediante un proceso de anulación ante un Tribunal Eclesiástico, que dicho vínculo fue nulo; demostrando por diferentes razones que no fue nunca un verdadero y auténtico matrimonio. (Código de Derecho Canónico. No. 1155)
¿Qué diferencia existe entre divorcio civil y separación
de cuerpos en la Iglesia?
La Iglesia consiente para situaciones extremas la
separación de cuerpos, cuando se demuestre que la convivencia es
imposible y lleva consigo un daño serio para alguno
de los cónyuges o los hijos. Pero
esta separación no es divorcio, pues el vínculo establecido por el sacramento sigue existiendo y los
cónyuges no pueden volverse a casar a excepción de lo que dictamine el Tribunal
Eclesiástico.
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