LOS QUE MUEREN POR CRISTO:
EMISARIOS DEL AMOR
Freddy J. Berrios
@Catolicoslinea
Dios creador nos infunde el
sublime aliento para que vivamos manifestando su Gloria; es nuestro propósito
en este mundo indistintamente de la religión que profese el prójimo. La luz de
la armonía y la sana convivencia buscando el bien común para todos, es la clave
para evitar la extinción de la raza humana a consecuencia de las divisiones y
conflictos por nuestra manera de pensar, imponer una cultura foránea a la
comunidad y otros intereses superficiales que desvirtúan nuestra realidad: la
unidad del género humano en Cristo.
La primera pareja humana perdió
su dignidad regia –perdieron la Gracia- y son expulsados del paraíso en la que
queda marcada la historia del hombre por el pecado propagado con la promesa de
la salvación para los que deciden buscar nuevamente su esencia.
¿Cuál es la esencia de la humanidad?
Es iluminar a
Cristo en los corazones de hombres y mujeres así nos cueste la vida. Estamos
destinados a ser miembros del cuerpo místico de Jesucristo y los somos cuando
recibimos este don en el bautismo. En
este sacramento, Cristo nos hace suyos, acogiéndonos en el corazón del misterio
de la cruz, el misterio supremo de su amor por nosotros, para hacernos luego
resucitar con Él, como nuevas criaturas. Así nace la Iglesia, y así la Iglesia
se reconoce cuerpo de Cristo. El Bautismo constituye un verdadero renacimiento,
que nos regenera en Cristo, nos hace parte de Él, y nos une íntimamente entre
nosotros, como miembros del mismo cuerpo, del cual Él es la cabeza (cf. Rm 12,
5; 1 Cor12, 12-13).
¿Podemos alcanzar la unidad como género humano?
Sí pero sólo si tenemos
disposición de hacerlo. Literalmente nos estamos comiendo el mundo y muchos de
los recursos que hoy estamos gastando, no se tienen planes para su preservación
y conservación. En el contexto geopolítico internacional buscamos el beneficio
de un grupo de personas, una parte de la sociedad, mientras excluimos a otros
sectores de la población y/o nación. Lamentablemente
no respetamos la vida de nuestro prójimo, de nuestro hermano, del que se
manifiesta el origen maldito de los grupos de poder que tanto daño causó y
siguen causando a la humanidad. (cf Gen 4: 9-10)
¿Qué hacer con la iniquidad que
existe actualmente en nuestro planeta?
La Iglesia se adolece de la violencia, la
guerra, el bulling religioso y de otras atrocidades de los impíos porque si un miembro sufre, sufren con él
todos los miembros; si un miembro es honrado, se alegran con el todos los
miembros. (cf. 1Cor 12,1.4-7.11-14.18-20.26)
Debemos mantenernos rodillas en
tierra y los brazos abiertos, la oración unida a la acción ayudará a crear
conciencia y a elevar la voz en el desierto de las almas que necesitan el amor
divino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario