miércoles, 18 de febrero de 2015

LOS QUE MUEREN POR CRISTO



LOS QUE MUEREN POR CRISTO: EMISARIOS DEL AMOR
Freddy J. Berrios
@Catolicoslinea

Dios creador nos infunde el sublime aliento para que vivamos manifestando su Gloria; es nuestro propósito en este mundo indistintamente de la religión que profese el prójimo. La luz de la armonía y la sana convivencia buscando el bien común para todos, es la clave para evitar la extinción de la raza humana a consecuencia de las divisiones y conflictos por nuestra manera de pensar, imponer una cultura foránea a la comunidad y otros intereses superficiales que desvirtúan nuestra realidad: la unidad del género humano en Cristo.
La primera pareja humana perdió su dignidad regia –perdieron la Gracia- y son expulsados del paraíso en la que queda marcada la historia del hombre por el pecado propagado con la promesa de la salvación para los que deciden buscar nuevamente su esencia.
¿Cuál es la esencia de la humanidad?
Es iluminar a Cristo en los corazones de hombres y mujeres así nos cueste la vida. Estamos destinados a ser miembros del cuerpo místico de Jesucristo y los somos cuando recibimos este don en el bautismo. En este sacramento, Cristo nos hace suyos, acogiéndonos en el corazón del misterio de la cruz, el misterio supremo de su amor por nosotros, para hacernos luego resucitar con Él, como nuevas criaturas. Así nace la Iglesia, y así la Iglesia se reconoce cuerpo de Cristo. El Bautismo constituye un verdadero renacimiento, que nos regenera en Cristo, nos hace parte de Él, y nos une íntimamente entre nosotros, como miembros del mismo cuerpo, del cual Él es la cabeza (cf. Rm 12, 5; 1 Cor12, 12-13).
¿Podemos alcanzar la unidad como género humano?
Sí pero sólo si tenemos disposición de hacerlo. Literalmente nos estamos comiendo el mundo y muchos de los recursos que hoy estamos gastando, no se tienen planes para su preservación y conservación. En el contexto geopolítico internacional buscamos el beneficio de un grupo de personas, una parte de la sociedad, mientras excluimos a otros sectores de la población y/o nación.  Lamentablemente no respetamos la vida de nuestro prójimo, de nuestro hermano, del que se manifiesta el origen maldito de los grupos de poder que tanto daño causó y siguen causando a la humanidad. (cf Gen 4: 9-10)
¿Qué hacer con la iniquidad  que existe actualmente en nuestro planeta?
La Iglesia se adolece de la violencia, la guerra, el bulling religioso y de otras atrocidades de los impíos  porque si un miembro sufre, sufren con él todos los miembros; si un miembro es honrado, se alegran con el todos los miembros. (cf. 1Cor 12,1.4-7.11-14.18-20.26)
Debemos mantenernos rodillas en tierra y los brazos abiertos, la oración unida a la acción ayudará a crear conciencia y a elevar la voz en el desierto de las almas que necesitan el amor divino.

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