3) TOLERAR AL
PRÓJIMO
Freddy J.
Berrios G.
@Catolicoslinea
Cristo enseñó la verdad, no la razón; el conocimiento humano es una
perspectiva subjetiva de la realidad en el que vivimos y por naturaleza, la
mayoría de las acciones que realiza una persona en particular, trata de
justificarla –sea buena o mala-. Tolerar al prójimo se convierte en una virtud
cuando se practica de manera prudente y respetuosa, no es el hecho de dar o
quitar la razón en una determinada situación al prójimo, sino de comprender con
paciencia las circunstancias del prójimo. Es nuestro deber como católicos, y
nuestro derecho social a la libertad de pensamiento, expresión y acción, a
buscar la verdad sobre todo en lo que se refiere a Dios; aquella Verdad que
exige obras caritativas para vivir felices.
(cf. Jn 14:6; Mt 5:3-11)
¿Por qué tengo que tolerar al prójimo?
Porque es una práctica de amor que
agrada a Dios, tolerar al prójimo es una obra muy difícil que exige
entrenamiento espiritual del cual surgen gradualmente destrezas, habilidades y
actitudes que nos permiten contemplar con inteligencia la misericordia de
nuestro Señor. El amor no tiene sentido si no es compartido, por lo tanto hay
que ponerlo en práctica sin condiciones ni expectativas. (cf. 1Cor 13:1-13)
Dios nos creó para servirnos
mutuamente, vivir sin esta premisa nos aleja de la recompensa del Reino de los
Cielos y nos niega a practicar el amor misericordioso a imagen de la Santísima
Trinidad (cf. Manglano, José Pedro y de Castro, Pilar. Orar con Teresa de
Calcuta. Editorial Desclée de Brouwer, S.A. España, 2003)
¿Cómo podemos tolerar a los demás?
Formando un espíritu humilde; con
ánimo constante se debe esforzar por el convivir buscando el bien común en la
familia, en la sociedad, en el mundo. Tolerar se convierte para el cristiano en
una escuela, un sistema moral que forja la perfección -por la Gracia del
Espíritu Santo- para manifestar la Gloria del Padre creador. Comprendiendo y
aceptando las penas del prójimo no basta para hacer justicia, es necesario
sufrir con amor como señal de la conexión de la redención gracias al
sufrimiento de Cristo.
En ocasiones, tolerar consiste en
“perder” el tiempo con alguien que necesite ayuda y muchas veces nos cuesta dar
ese tiempo sin saber que es una oportunidad valiosa de salvación colectiva;
estar atento, escuchando sin mirar el reloj y sin esperar beneficios personales nos enseña que el éxito
del amor reside en el mismo amor, no en el resultado de dicha acción
caritativa.
¿Qué hago si me cuesta “aguantar” a mi semejante?
Ser tolerante con el coetáneo no
implica dejarse humillar deliberadamente, ni dejarse faltar el respeto en
detrimento de la dignidad humana, pues sería una falsa humildad con posibles
daños físicos, psicológicos y espirituales. Tolerar con paciencia los defectos
del prójimo es esencialmente una prueba de fe que debe ser acogida dentro del
respeto, la compasión y sutileza para evitar discriminaciones, injusticias y
violencia que generen divisiones, peleas, divorcios, rupturas de lazos
fraternos y sociales, entre otras
acciones atenuantes a las insidias del adversario por desviarnos de la
misericordia divina.